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Las Ramblas, ante el reto de deshacerse de los ‘souvenirs’

Uno de los puntos neurálgicos de Barcelona, que une Plaza Catalunya con el mar, iniciará una reforma el próximo año que cambiará su trazado eliminando un carril de carretera sin abordar el uso de los espacios comerciales.

M. Tamayo

17 dic 2021 - 04:58

Las Ramblas, ante el reto de deshacerse de los ‘souvenirs’

 

 

Las Ramblas se renuevan sin abandonar las tiendas de souvenirs. Después de más de tres años en el cajón, el Ayuntamiento liderado por Ada Colau ha puesto en marcha el proyecto de reforma que cambiará Las Ramblas. Las obras, que se iniciarán el primer semestre de 2022, dejarán un carril pacificado y sólo una vía para los coches de vecinos y comerciantes.

 

Con un presupuesto de 44,5 millones de euros, el proyecto ha sido apoyado por todos los partidos de la oposición. De hecho, ediles de diversos de la oposición como JxCat, Ciudadanos (Cs) o Esquerra República de Catalunya (ERC) recibieron la noticia con manifiesta alegría subrayando que el proyecto, tras ser elegido, ha acumulado un retraso de 2.028 días.

 

La nueva ordenación de Las Ramblas llegará casi al frente marítimo y busca mejorar la conectividad del Raval y el Gòtic, reduciendo el espacio destinado al vehículo y dándole más protagonismo al paseo. La futura Rambla tendrá un solo carril de circulación por un lado destinado a tráfico local, bicicletas y buses, así como aceras más amplias, y verá ampliado su tramo central.

 

Se reubicarán elementos como los quioscos de prensa y flores en el paseo para mejorar su relación con este, mientras que las antiguas pajarerías se suprimirán. Además, creará tres nuevos espacios centrales: el espacio Moja-Betlem, el Pla de la Boqueria y el Pla del Teatre.

 

 

“Se pretende que el viandante tome protagonismo de la nueva Rambla con la ampliación de las aceras y las nuevas zonas de estancia bajo los árboles”, explica la urbanista del Servicio de Gestión y Administración del Transporte del Área Metropolitana de Barcelona Laia Soriano-Montagut. “La idea principal es mejorar el día a día de los vecinos, la accesibilidad del espacio público y recuperar la Rambla para sus habitantes, en contraposición al modelo turístico de los últimos años”, sostiene Soriano-Montagut.

 

El proyecto, llevado a cabo por el colectivo multidisciplinar (condición indispensable para acceder al contrato) Km0 está formado por una serie de profesionales locales y liderado por Itiziar González, exconcejal del distrito de Ciutat Vella de Barcelona.

 

Según la estrategia de la urbanista, la zona tendrá un estatus que permitirá al Ayuntamiento intervenir en plantas bajas y viviendas y mejorar la afluencia y para dinamizar la actividad comercial y económica. Sin embargo, la estrategia presentada no pone en relieve si el tipo de negocios que van a asentarse en la zona cambiará. “El gran hándicap de la calle es la arquitectura de sus locales comerciales, muchos de ellos muy pequeños y con cada vez menos conceptos comerciales que se puedan adaptar”, sostiene Dolors Jiménez, directora territorial Cataluña de la consultora Gesvalt y con una amplia trayectoria en el retail barcelonés.

 

La calle, que concentró gran parte de las tiendas de moda durante finales de siglo XIX y bien entrado el siglo XX, fue durante unos años el centro neurálgico de la ciudad con grandes centros multimarca como la sastrería Modelo, pero la vía se fue deteriorando, dejando paso a tiendas de souvenirs y restauración. “Una de las únicas tiendas de grandes marcas de moda hasta la década de 1990 era la del grupo Cortefiel”, explica Jiménez.

 

 

 

 

Con la llegada masiva de turistas a la ciudad a partir la implantación de las aerolíneas low cost a la ciudad, se instalaron las primeras marcas internacionales. La primera en aterrizar fue Nike, que abrió las puertas de su tienda en 2003 en el local ocupado por los antiguos almacenes Sepu. “Más tarde llegó Desigual, en 2004, y un año más tarde H&M, que se instaló en el antiguo local de la sastrería Modelo”, recuerda Jiménez.

 

A pesar de la llegada de grandes marcas a la avenida, Las Ramblas no consiguieron equiparse a otras vías como Paseo de Gracia o Portal de L’Àngel. “La gran explosión fue a partir 2013 con la llegada de Oysho, el restaurante de NBA o el gran proyecto del Barça con KKH, aunque con la pandemia todo se ha evaporado”, sostiene la consultora, que afirma que gran parte de la calle sigue dominada por una oferta basada en la restauración y las tiendas de souvenirs.

 

A pesar del impacto de la pandemia en la calle comercial, Las Ramblas sumaron una apertura el pasado verano con la llegada de la empresa de moda femenina Florencia. Además, la calle conserva la tienda de Mango, que es el propietario del activo donde se instaló en 2014. “La pregunta es que pasará con los bajos comerciales de la Rambla, esa es la asignatura pendiente de la ciudad”, sostiene Jiménez, que apunta que el sector reclama una reforma más amplia para los locales comerciales que deje que la calle sea una muestra del tejido comercial de la ciudad.

 

Para Soriano-Montagut, el nuevo público que atraerá la reforma será el que llamará una nueva oferta comercial en la ciudad, lejos de los souvenirs de flamencas, los sombreros mexicanos y las tapas de paella con sangría.