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Luis Alonso, el arquitecto que aboga por la globalización y la promiscuidad funcional

El cofundador del estudio de arquitectos Alonso i Balaguer pone de relieve la falta de ambición y atrevimiento de los profesionales españoles a la hora de dar el salto al extranjero y reclama un mayor apoyo por parte de las instituciones públicas.

Berta Seijo

2 ene 2019 - 04:57

Luis Alonso, el arquitecto que aboga por la globalización y la promiscuidad funcional

 

 

A Luis Alonso le entró el gusanillo de la arquitectura gracias a un Exin Castillos que le regalaron con tan sólo trece años. “Recuerdo que me enamoré de conformar construcciones de todo tipo”, explica el arquitecto. Un lustro después, y gracias a la pasión por el atletismo, conoció a Sergio Balaguer, junto a quien fundó su propio despacho en 1978.

 

“Empezamos nuestra andadura en Barcelona y lo hicimos desde cero”, asegura Alonso. No obstante, en 1999 les contactaron desde Chile para diseñar el centro de deporte urbano Club Balthus Vitacura, proyecto al que pusieron punto final en 2002. “Era un concepto que ya habíamos desarrollado en varias ciudades españolas, pero que en Latinoamérica tuvo mucho éxito y nos ayudó a recibir más encargos del extranjero”, explica el arquitecto.

 

Desde entonces, Alonso no ha parado de dar a conocer la arquitectura española a otros países del globo terráqueo. Actualmente, él y su equipo cuentan con delegaciones en Nueva York, Bogotá, Lima y Santiago de Chile. De hecho, es en estos territorios donde tiene en marcha algunos de sus proyectos más punteros, como el BD Bacatá, la torre más alta de Colombia (y la segunda de Sudamérica), con 250 metros de altura.   

 

 

 

 

“Salir al extranjero era mucho más duro, incómodo y costoso que quedarnos aquí, pero en ese momento creímos que valía la pena”, asegura Alonso. En este sentido, el arquitecto defiende que, “aunque la arquitectura española tiene una calidad extraordinaria”, siempre ha estado rodeada de “mucha timidez y falta de ambición”. Para él, “las escuelas, los colegios profesionales y las autoridades políticas son los principales culpables de que no se haya puesto en valor la obra y el trabajo de los arquitectos del país fuera de nuestras fronteras”.   

 

En cualquier caso, parece que la crisis no ha supuesto un antes y un después en esta tendencia. “Nadie ha entendido todavía que la arquitectura es un maravilloso abrelatas económico que hay que poner en valor y que allana el camino a constructores, ingenieros y gestores”, afirma Alonso.  

 

Uno de los mayores reproches del arquitecto es no haber recibido nunca el respaldo de las instituciones públicas en los concursos internacionales a los que se ha presentado. “A lo largo de mi carrera he intentado conseguir algún apoyo por parte del cuerpo diplomático, pero la respuesta siempre ha sido bastante decepcionante”, asevera Alonso.  

 

 

Globalización, una tarea pendiente para el arquitecto español

Luis Alonso ve necesario que en las escuelas de arquitectura se les explique a los jóvenes que “ahí fuera hay un mercado tremendamente abierto y receptivo, especialmente en zonas como Oriente Medio, China, Rusia o Latinoamérica”. De hecho, su despacho está presente en doce países diferentes, diversidad que él ve como algo muy positivo: “Te permite compensar las malas rachas de algunos territorios con las buenas de otros”, afirma.  

 

En estos momentos, el arquitecto compagina el desarrollo de varios inmuebles con su interés por el coliving. “Estamos totalmente focalizados en un tipo de apartamento que destaca por dirigirse a un público millennial y por ser de dimensiones más bien reducidas, pero que a su vez incluye todo tipo de servicios y zonas comunes”, explica Alonso.  

 

“Nuestro despacho ha adquirido una enorme experiencia en esta clase de proyectos que combinan varios usos a la vez”, explica el arquitecto. La ciudad y los edificios del futuro, según apunta Alonso, “han de seguir en la línea de la promiscuidad funcional, modelo que países como Estados Unidos o Chile están acogiendo muy bien”.  

 

 

 

 

Luis Alonso lleva años apostando por estos complejos, que ahora viven su boom particular gracias al interés inversor de los grandes fondos internacionales. Un buen ejemplo de ello son las dos torres residenciales de Illa del Cel, ubicadas en la avenida Diagonal de Barcelona y compuestas por un conjunto de 267 viviendas en alquiler, que este arquitecto desarrolló en 2005.  

 

Volviendo al presente, entre los últimos proyectos del estudio formado por Alonso y Balaguer destacan el Campus de Formación Empresarial de Iberdrola en Madrid, el nuevo estadio del Nàstic de Tarragona, el Palacio de Deportes de Almaty (Kazajistán) o la Torre San Ignacio de Tegucigalpa (Honduras).