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Más tensión en la ‘supply chain’: la guerra merma el tráfico de trenes y aviones y tensa el marítimo

Grandes navieras como Maersk o CMA CGM han suspendido sus operaciones en Rusia, y la guerra ha provocado que sea imposible el transporte en tren cruce los Urales, mientras que el cierre del espacio aéreo dificulta el transporte aéreo.

M. Tamayo

10 mar 2022 - 04:56

Más tensión en la ‘supply chain’: la guerra merma el tráfico de trenes y aviones y tensa el marítimo

 

Antes del inicio de la guerra entre Ucrania y Rusia, la cadena de suministro atravesaba uno de sus mayores shocks debido a la pandemia del coronavirus, pero este ya no es la mayor preocupación de proveedores y operadores. El conflicto armado en Europa ha derrocado al Covid-19 como el mayor riesgo de la cadena de suministro, según el último informe realizado por Moody’s Analytics recogido por CNN.

 

Aunque Rusia y Ucrania sólo sean responsables del 1,9% y el 0,3%, respectivamente, del valor mundial de las exportaciones de mercancías, son uno de los mayores productores de algunos productos básicos. Rusia es uno de los mayores productores de materias primas como petróleo, gas o paladio, mientras que Ucrania exporta grandes cantidades de trigo y gas neón, y la crisis ha puesto en entredicho la disponibilidad de una parte considerable de estos suministros.

 

Según datos de Dun&Bradstreet, compañía estadounidense dedicada al suministro de información comercial y financiera a las empresas, al menos 374.000 compañías en todo el mundo dependen de proveedores rusos. Más del 90% de estas empresas tienen su sede en los Estados Unidos. Del mismo modo, al menos 241.000 empresas de todo el mundo trabajan con proveedores ucranianos. Más del 93% de estas empresas tienen su sede en Estados Unidos. Otros países afectados son Canadá, Italia, Australia, China y Brasil.

 

En concreto, hay al menos 390 compañías en todo el mundo en una situación “crítica” por su dependencia a materias primas rusas. Otro de los productos más exportados por Ucrania y Rusia son el acero y el metal, por lo que la consultora propone fijarse en otros países exportadores como Brasil, India y Vietnam.

 

 

Ante el conflicto, grandes navieras como danesa Maersk o la francesa CMA CGM han suspendido sus operaciones en Rusia. “Estos desarrollos podrían aumentar los volúmenes en otros puertos regionales y ya están provocando acumulaciones en puertos de origen en Europa y en otros lugares, lo que posiblemente cause congestión y aumente las tarifas en estas rutas”, explicó Judah Levine, director del área de investigación de Freightos, compañía responsable de la elaboración de uno de los mayores índices de precios de contenedores marítimos.

 

Además, Maersk alertó la pasada semana desde su servicio de atención al cliente que las autoridades europeas están extremando sus controles sobre las mercancías para asegurarse que no se incumplen las sanciones, lo que ralentiza las operaciones en los puertos. Por el momento, la crisis ha provocado que unos 3.500 marineros hayan quedado atrapados en unos 200 barcos en puertos ucranianos, según ha informado Wall Street Journal.

 

En el comercio terrestre entre Asia y Europa, la guerra todavía ha impactado con más fuerza. Unos 10.000 contenedores viajan por Rusia por tren cada semana, según Levine. La interrupción del transporte ferroviario puede provocar que muchas compañías opten por la vía marítima para hacer llegar las mercancías, lo que puede colocar más presión a la cadena de suministro. También hará aumentar la presión la suspensión del tráfico aéreo sobre Rusia.

 

 

Hay un 50% de posibilidades que el conflicto se enquiste, según el informe El Impacto de la guerra con Rusia, del grupo financiero español GVC Gaesco y publicado el pasado 7 de marzo. De ser así, el impacto sería diferente en las distintas zonas geográficas y mientras el Banco Central Europeo (BCE) retrasaría la retirada de estímulos, la Reserva Federal estadounidense mantendría las subidas a menos ritmo.

 

En ese escenario, el mundo registraría un crecimiento económico del 2,1% en 2022, 1,2 puntos porcentuales menos que si se diera una resolución rápida del conflicto. En concreto, las economías avanzadas se expandirían un 1,9%, frente al 2,9% de una desescalada rápida, mientras que las economías emergentes se llevarían la peor parte: su Producto Interior Bruto (PIB) aumentaría un 0,8%, dos puntos porcentuales menos que de producirse una desescalada rápida del conflicto.

 

En el caso de una extensión del conflicto, el PIB global retrocedería un 0,1%, el mismo descenso que el de las economías avanzadas, mientras que los mercados emergentes registrarían una caída del 3,2%. Antes del conflicto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) preveía un crecimiento global del 4,4%, impulsado por los mercados emergentes, que crecerían un 4,8%, mientras que las economías avanzadas aumentarían su PIB un 3,9%.

 

En el caso de la inflación, ante un enquistamiento del conflicto se posicionaría en el 5,8%, mientras que de extenderse los precios subirían un 7,9% de forma global. Sólo si se produce una desescalada rápida, el encarecimiento de la cesta de la compra se detendría en el 4,8% a cierre de año.