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Truss vs Sunak, ¿qué proponen los aspirantes a ‘premier’ en materia de vivienda?

Impulsar los desarrollos en el brownfield, revisar el poder de decisión de los ayuntamientos o eliminar los objetivos en vivienda pública son algunas de las recetas de los candidatos a Downing Street para revertir la marcha de un mercado residencial británico muy tensionado.

Abel Pujol

5 sep 2022 - 04:56

Truss vs Sunak, ¿qué proponen los aspirantes a ‘Premier’ en materia de vivienda?

Liz Truss, ministra de Exteriores, y Rishi Sunak, extitular de Economía. 

 

 

Brownfield, Brownfield, Brownfield. La necesidad de incentivar los desarrollos residenciales en las zonas industriales abandonadas o que ya habían sido construidas previamente para abandonarse después, lo que en inglés se define como Brownfield, ha sido el eje central de la campaña en materia de vivienda de Liz Truss, ministra de Exteriores, y Rishi Sunak, extitular de Economía del Gobierno, los dos aspirantes a ocupar hoy la vacante de Boris Johnson en el número 10 de Downing Street.



Ambos candidatos han coincidido en descartar las construcciones en los cinturones verdes de las grandes ciudades y en el Yorkshire inglés, en un claro guiño a la base del partido Conservador del que forman parte; los que serán quién, a la postre, les catapulte a dirigir la sexta mayor economía del mundo y la segunda de Europa, sólo por detrás de Alemania.



En cambio, Truss y Sunak difieren en el papel que deben jugar las autoridades locales en los planteamientos urbanísticos de sus áreas de influencia. Mientras Sunak apuesta por dar más voz a las comunidades de vecinos locales, la jefa del Foreign Office quiere reforzar el papel de los ayuntamientos y alejar las decisiones de nuevos desarrollos residenciales de los centros de poder administrativo de Londres



En este sentido, Truss, que tanto la mayoría de analistas como sondeos de opinión dan como ganadora de la contienda, se ha comprometido a eliminar los objetivos de entrega de vivienda pública que presentó hace tres años el Ejecutivo del que aún forma parte. El Gobierno liderado por Boris Johnson, siguiendo la estela de la administración Cameron, se comprometió a entregar 300.000 viviendas públicas al año para solucionar el déficit de vivienda nueva, un problema endémico en el país. 



“Eliminaré los objetivos de vivienda estalinistas inspirados por Whitehall (en alusión al centro de poder del país)”, ha declarado en campaña la candidata Truss, en una sentencia que remite a postulados tatcharianos.  

 

 

 

 

Otro punto en el que coinciden tanto Truss como Sunak es en facilitar el acceso a la primera vivienda a los ciudadanos. La que podría convertirse en la tercera mujer de la historia en dirigir el Ejecutivo británico aboga por facilitar a los inquilinos el acceso a la propiedad a través de una fórmula en que las rentas de alquiler computen para adquirir una hipoteca sobre la primera vivienda. Sunak ha puesto el foco en los jóvenes que viven en casa de los padres, prometiendo incentivar la construcción de vivienda asequible para que esos jóvenes “puedan convertirse en capitalistas”.

 


Truss también ha hecho hincapié durante la campaña en el papel que ha jugado el Bank of England (BoF) a la hora de desplegar su lucha contra la inflación, que en julio se situó en el 10,1%. La candidata ha dejado claro que quiere revisar el mandato que tiene el banco central inglés y en declaraciones públicas advirtió que si dependiera de ella, los tipos de interés en el país se elevarían hasta el 7%, una diferencia notable respecto el 1,75% actual. 

 

El gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, se afanó a responder a las afirmaciones de la titular de la cartera de exteriores afirmando que es muy importante que el la mayor entidad en política económica pueda tomar decisiones de forma independiente respecto la intervención del gobierno. 

 

 


 

Ya sea Truss o Sunak el elegido para encabezar el nuevo Ejecutivo británico, tendrá que hacer frente a un mercado residencial muy tensionado. El índice Halifax del Bank of Scotland, que mide la evolución del precio de la vivienda en el país, anotó un incremento del 11,8% en julio y acumula seis meses consecutivos con repuntes interanuales por encima del 10%



Por lo tanto, a diferencia de España, el encarecimiento del parque residencial británico se ha situado repetidamente por encima de los registros de inflación, actualmente del 10,1%. Según Halifax, una ‘vivienda típica’ en Reino Unido cuesta actualmente alrededor de 293.321 libras esterlinasGales volvió a ocupar el primer puesto de la tabla de inflación del precio de la vivienda, con un aumento interanual del 14,7%, con un precio medio por vivienda de 222.639 libras.

 

Le siguió de cerca el suroeste de Inglaterra, que también registró una fuerte tasa de incremento anual, con un repunte del 14,3% y un coste medio por unidad de 310.846 libras. El repunte en Irlanda del Norte disminuyó ligeramente hasta el 14%, con un precio medio de 187.102 libras. Escocia también experimentó una ligera desaceleración en la tasa interanual, que pasó del 9,9% de junio al 9,6% en julio. Una vivienda media en Escocia cuesta un promedio de 203.677 libras. 

 

Por su parte, Londres continuó registrando una incremento del precio de la vivienda más lento respecto a las demás regiones del Reino Unido, con un incremento de precios en julio del 7,9%, aunque anotó la subida más alta en casi cinco años. En la capital británica, el precio medio de una vivienda se sitúa en 551.777 libras, lo que supone un repunte de 40.361 libras esterlinas durante el último año. 

 

TrussvsSunak

Gales anotó en julio un alza del 14,7% en el precio de la vivienda, el mayor del país.

 

Este repunte exponencial de los precios de la vivienda en Reino Unido no se explicaría sin la política de desgravación fiscal en la compra de casas impulsada por el Ejecutivo conservador de David Cameron en 2013. Bajo el nombre Help to Buy, el Gobierno británico lanzó hace nueve años un programa para incentivar la adquisición de primeras viviendas entre sus ciudadanos. El ministro de finanzas de entonces, George Osborne, presentó la medida como “la mayor intervención del gobierno en el mercado de la vivienda desde el Right to Buy”.

 


El Right to Buy empezó a funcionar en 1980 y aún sigue vigente en Inglaterra (Escocia y Gales la abolieron durante la última década); fue una de las primeras políticas del gobierno de Margaret Thatcher, y permite a los inquilinos de viviendas de alquiler social poder comprar la residencia con un descuento importante



Por su lado, Help to Buy, programa impulsado por Cameron y que el Gobierno de Boris Johnson prorrogó hasta 2023, permite financiar hasta el 95% del precio de la compra con un aval parcial del Estado. Así, el comprador sólo tiene que aportar el 5% y, por tanto, no necesita tener ahorros previos para comprar una casa. El gobierno complementa la hipoteca con préstamos con garantía hipotecaria hasta el 20% del valor de la vivienda (40% en Londres), que son préstamos sin intereses durante los primeros cinco años. 



Los problemas en el mercado residencial se añaden a la lista things to do que el próximo ocupante de Downing Street habrá que afrontar de forma inmediata para virar el rumbo del país, que acaba de transitar  por el llamado verano del descontento, que ha llevado los niveles de confianza del consumidor a mínimos no vistos en las últimas cuatro recesiones en el país.

 

 

Las repetidas huelgas, que cuentan con bastante apoyo de la población, se han extendido desde el mayor puerto de mercancías del país hasta el servicio de correos, pasando por conductores de tren o autobús y abogadosLa situación recuerda a la del invierno del descontento, del que se ha tomado el nombre para definir el último trimestre, que tuvo lugar entre 1978 y 1979, con el gobierno laborista de James Callaghan.

 


En 1978, la inflación rondaba el 8% y la subida de precios y los límites impuestos a las subidas salariales causaron huelgas masivas y protestas en todo el país. En julio de este año, la subida anual de los precios fue del 10,1% y, según previsiones de Citibank, la situación podría ir a peor: en 2023, el Índice de Precios al Consumo (IPC) en Reino Unido podría llegar al 18%.



Además, Reino Unido es uno de los países europeos con los precios de la energía más elevados, situándose en julio en 51,8 euros por kilovatio/hora, según datos del Household Energy Price Index elaborado por Energie-Control Austria. La cifra es veinte euros más alta que en España el mismo mes. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó en julio que el Producto Interior Bruto (PIB) de Reino Unido aumentará un leve 0,5% en 2023, después de ejecutar el tercer recorte de previsiones en un año. Para 2022, la institución estima un alza del 3,2%.