Opinión

Barcelona Meeting Point

Anna Gener

14 oct 2018

Barcelona Meeting Point

 

 

La semana que viene se celebra Barcelona Meeting Point, la feria del sector inmobiliario de nuestra ciudad, y ya llevamos varios días atareados con los preparativos, concertando reuniones y cerrando agendas.

 

De haber escrito un dietario de los días de feria durante los más de quince años que llevo visitándola, tendría una buena fotografía de la evolución de nuestro sector en estos tiempos convulsos que nos ha tocado vivir.

 

 

 

Boom

Durante la época expansiva, la zona de stands parecía no terminar nunca, en un despliegue de medios abrumador: ejércitos de azafatas, catering ininterrumpido, espectaculares maquetas de las promociones y abundante personal atendiendo a los visitantes.

 

Los días de feria trabajaba muchas horas y acababa el día agotada, pero la electricidad que recorría el Salón me mantenía cargada de energía y de excelente humor durante toda la jornada. En esos tiempos aún no recibía invitaciones a las actividades paralelas a la feria, que consistían en desayunos y cenas a las que acudían los líderes del sector, personajes que en aquella época me parecían igual de inaccesibles que los actores de Hollywood.

 

Durante aquellos años, Barcelona Meeting Point era una auténtica fiesta, que esperaba con ilusión año tras año.

 

 

 

Crash

Con la crisis, desaparecieron prácticamente todas las promotoras, y con ellas, el ambiente chispeante y bullicioso de la feria.

 

Nuestro sector olía a enfermo terminal, pero seguíamos trabajando empecinadamente, devanándonos los sesos para salir del inmenso agujero que se había abierto bajo nuestros pies.

 

En plena recesión, Barcelona Meeting Point siguió celebrándose, aunque con muchas dificultades. Se trataba de un evento importante para nuestra ciudad, por lo que convencí a mis jefes para que nos convirtiéramos en patrocinadores. Justamente porque el Salón atravesaba su peor momento, sentimos que tocaba dar apoyo.

 

Hubo un año, que al poner los pies en el Salón y comprobar en qué se había convertido, tuve un shock tremendo. Di una vuelta rápida de reconocimiento, y me sentí como si estuviera inspeccionando una zona de guerra.

 

El espacio físico que solía ocupar la feria se había reducido drásticamente, y a pesar de ello, costaba verlo lleno de visitantes. Los stands más importantes eran los de los servicers y el de Sareb. Afronté la primera reunión del día, en la cafetería del “cluster de inversores”, con absoluta desolación.

 

Aquel año también fui testigo de un suceso curioso, que con los acontecimientos que se sucedieron después, ha cogido una dimensión histórica. Estábamos en una de las conferencias del Symposium de la feria, cuando, de pronto, irrumpieron en la sala varias personas vociferando, vestidas con camisetas de la PAH. Con paso decidido, se dirigieron al estrado, le quitaron el micrófono al atónito conferenciante y leyeron un texto reivindicativo.

 

El grupo de la PAH estaba liderado por una mujer joven, de voz suave, y aire algo tímido. A pesar de sus formas tranquilas, trasladaba sus mensajes con gran determinación, y sabía acompañarlos de una carga emocional con la que era fácil conectar.

 

La mujer que irrumpió en nuestra feria, porque nos veía el símbolo de todo aquello que quería combatir, acabó convirtiéndose en la Alcaldesa de Barcelona. Nuestra ciudad es así, imprevisible y cinematográfica.

 

 

 

Recovery

Tras una larga y agónica travesía del desierto, llegaron cambios esperanzadores. A día de hoy, el circuito del crédito está totalmente restablecido, el volumen de inversiones ha vuelto a coger tamaño y la actividad promotora se ha normalizado.

 

El Sector no está vacunado del todo, pero ha aprendido a evitar los errores del pasado: cuenta con una financiación más proporcionada y los proyectos que acomete, atienden a los requerimientos de la demanda.

 

Por su parte, Barcelona Meeting Point ha vuelto a ser un referente, aunque en modo alguno ha recuperado ni el tamaño ni la euforia del pasado. La feria mantiene formas austeras, pero ha ganado en ambición a la hora de dotar de conocimiento y de elementos de reflexión a los profesionales inmobiliarios.

 

Nos dedicamos a suministrar viviendas y espacios de trabajo, desde diferentes disciplinas, por lo que nuestra actividad tiene un gran impacto en el bienestar de la sociedad. Es por ello, que en mi opinión, no sólo el Salón, sino el sector inmobiliario en general, debería adoptar una mayor conciencia social.

 

Que nuestras ciudades proporcionen el número adecuado de vivienda protegida, asequible y libre, así como, que tengan capacidad para atraer empresas que generen puestos de trabajo de calidad, constituye un reto tan complejo, que requiere necesariamente, que el sector público y el sector privado trabajemos de manera coordinada.

 

Somos muchos los profesionales inmobiliarios que, desde el sector privado, tenemos ganas de poner nuestro conocimiento y nuestra experiencia al servicio de la sociedad.

 

Deberíamos ser capaces de aparcar las posiciones interesadas (en el caso del sector público, en forma de votos inmediatos, y en el caso del privado, en forma de dinero inmediato), para contribuir, sin egoísmo, al bien común.

 

Muchos de mis colegas, y yo misma, tenemos mil propuestas a ofrecer. Si queréis encontrarnos, la próxima semana estaremos en el Salón 8 de la Avenida Maria Cristina, celebrando, un año más, Barcelona Meeting Point.

Anna Gener

Anna Gener

Anna Gener actualmente ejerce la función de CEO de Savills Barcelona. 

 


Comprometida con la vida social, cultural y económica de Barcelona, compagina su cargo con las siguientes responsabilidades:

 

Miembro del Comité Editorial de El Periódico, de la Junta Directiva de MC Mutual, de la de PIMEC, de la de ACG Barcelona, del Board en España de la Royal Institution of Chartered Surveyors (RICS) y del Consejo de Mecenazgo de la Fundación Catalunya Cultura.


Es Vocal Consultora de la Cambra de Comerç de Barcelona, miembro del Consejo Asesor de la International UPF Barcelona School of Management y Patrona del Consejo de Mecenazgo de la Fundación Museu Picasso de Barcelona y de la Fundación Cares.