Opinión

Huelgas de corbata y tacón

Ignacio Acha

28 ene 2019

 Huelgas de corbata y tacón

 

 

Hace algo más de dos meses. Ocho y veinte de la tarde de un día de noviembre. Me subo a un taxi al salir de la oficina y le pido un trayecto de, como máximo, seis euros, destino a mi casa. El taxista me pone cara de circunstancia por la poca distancia y le digo que le pagaré con tarjeta. Su cara de circunstancia se convierte en indignación y me empieza a espetar todas las injusticias a las que un pobre hombre como él estaba sometido por el estado y los abusos de los bancos y las VTC.

 

Y que encima yo le pagaba con tarjeta una carrera de seis euros. Me pidió (y no por favor) que me bajase a sacar dinero a un cajero y ahí es cuando la indignación se le volvió en contra. Mi respuesta fue la siguiente:

 

Por normativa está obligado a cobrarme con tarjeta, y aunque usted ya lo sabe yo le recuerdo que está prohibido bajar a un pasajero para sacar dinero y la multa supera los seiscientos euros si se niega a cobrarme con tarjeta y llamo a la policía. Para terminar, le dije que yo también trabajo mucho y hoy un cliente me ha bajado mis honorarios después de trabajar muy duro para él durante seis meses. ¿Le parecería bien que le negociase yo ahora lo que pone en su taxímetro?


¿No, verdad? Pues, por favor, no me apabulle con sus problemas que yo también tengo una familia que mantener y son las ocho de la tarde y me gustaría llegar cuanto antes a verla a mi casa. Usted trabaja diez horas haciendo trayectos y cobrando una bajada de bandera por arrancar el coche y yo hay días que no sé lo que voy a generar para mi empresa y me echo encima de la cabeza doce horas muy estresantes. Por cierto, hoy he pagado dos cafés con tarjeta y no me han cobrado una bajada de bandera…

 

 

 

 

Existen las huelgas sindicales, las huelgas de servicios públicos, las huelgas de celo, las huelgas de empresas privadas y de servicios mínimos... Entre tanto, estos días nos encontramos con huelgas y reivindicaciones de un sector como el del taxi que a su manera pide unas mejores condiciones para su gremio. Y yo me pregunto. ¿Han pensado en reinventarse y ser más competitivos? ¿O es que la presión, la intimidación y el bloqueo son un camino más fácil?

 

Mientras algunos taxistas no trabajan y dejan de dar servicio a sus clientes, otros bloquean las ciudades y las paralizan. Y mientras todo esto sucede, también hay algunos violentos que queman y destruyen propiedades públicas y privadas, pegan, insultan e intimidan a otras personas y crean revueltas callejeras.

 

Como resumen, es gráfico y deja claro que hasta los más comedidos y pacíficos para reivindicar sus quejas dejan de dar servicio a sus clientes y, aunque lo respete, no lo comparto. Es más, la manera de gestionar su problema es de escuela de negocios para explicar con errores que es lo que no hay que hacer.

 

 

 

 

Yo trabajo en el sector inmobiliario, el cual tiene una desregularización brutal en todos los sentidos, además de sufrir un intrusismo laboral inaceptable. La atomización de empresas es abrumadora y la competencia infinita y muy dura.

 

El gobierno y las administraciones han liberalizado la actividad y cualquiera puede asesorar e intermediar en cuestiones inmobiliarias, sea ingeniero de profesión, médico en activo, abogado penalista o un autónomo sin formación al precio que crea oportuno, y muchos sin preparación, conocimiento o titulación siendo esta la quinta esencia del libre mercado y la libre competencia. Los ayuntamientos se han quedado obsoletos en normativa y recursos en materia urbanística y, en términos globales, salen leyes y moratorias que penalizan a la industria inmobiliaria dramáticamente. 

 

Y, mientras tanto, sigo trabajando y mi manera de reivindicarme es a través de este blog o poniendo una queja a la Asociación de Consultoras Inmobiliarias (ACI). Cosas cívicas, socialmente aceptables y siempre con mucha humanidad. 

 

 

 

 

Pero, en mi día a día, ¿cómo me manifiesto yo desde mi puesto de trabajo y en ocasiones con chaqueta y corbata? Pues trabajando más duro para ser el mejor e intentando ofrecer mejor calidad y horas más eficientes que el resto de mis competidores para que mi empresa sea más rentable año tras año, siempre intentando dar un servicio diferenciador para poder ganar cuota de mercado y crecer como ejecutivo y como compañía.

 

Igual que existe el bulo de la huelga a la japonesa, a esto es a lo que yo llamo la huelga de corbata y tacón. Salir a luchar por un mejor servicio para ser más competitivo. Salir a ganarse al cliente y a generar negocio que repercuta económicamente en mi compañía, en mí, mi familia y en esta sociedad.

 

En todo esto, la tecnología también ha llegado a este sector y la hemos recibido con los brazos abiertos intentando actualizarnos todos y aplicándola de la maneara más rápida. Estoy harto de que parezca que solo se juega con el pan de los hijos de los que gritan, hacen ruido y queman papeleras.

 

 

 

 

Yo también tengo una familia, gastos y un coste de vida que asumir. Sin ir más lejos, hoy viernes me he levantado a las seis y media de la mañana y he trabajado hasta las siete y media de la tarde para, después de esto, escribir de forma muy somera, y compartiendo asunto con el taxi, estas líneas para reivindicar que mi sector no está regulado ni en precios, prácticas, servicios o normativa. Lejos de levantarle la mano a nadie me he despedido afectuosamente de un cliente extranjero hace unos minutos. Las comparaciones son odiosas, pero a veces necesarias.

 

Acepto el derecho a la huelga, por supuesto. Acepto las reivindicaciones pacíficas y acepto incluso que un taxista se desahogue conmigo cuando llevo más horas que él trabajando, pero ¡pónganse la pilas, por favor! Que lo peor del ser humano es no saber en qué mundo vive y mucho peor que eso es no querer aceptarlo. Aceptar una sociedad prospera, moderna, capitalista y de libre mercado es lo que tiene, y así son las reglas del juego.

 

El paseo de la Castellana es de todos los madrileños y de todos los españoles. No de quien quiere mejorar sus condiciones laborales. Más alto no puedo decirlo. Y, mientras los taxis la ocupan, los VTC han aumentado exponencialmente las descargas de sus apps. ¡Las multiplican por cuatro!

 

Cierro con esta frase célebre de Voltaire que resume lo que intento transmitiros: “la idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás”. Insisto, ¡lo dijo Voltaire!

 

¡Buena semana a todos! 

Ignacio Acha

Ignacio Acha

 

Ignacio Acha es COO y Board member de RetailCo, empresa del grupo Santander desde Agosto de 2021, donde lidera las operaciones del vehículo inmobiliario y coordina el área de Leasing. Retailco es una gestora de inmuebles participada al 100% por el Banco Santander con el fin de poner en valor los activos inmobiliarios del Grupo.

 

Anteriormente, ocupó el puesto de head of retail high street en Cushman&Wakefield (C&W), donde también representó a la firma como Socio de la misma en España. Antes de su incorporación en el año 2011 a C&W, trabajó como director nacional de retail para la firma Roan Inmobiliaria y para otras consultoras del sector, como Aguirre Newman.

 

Con 20 años de experiencia en el sector inmobiliario y un desarrollo principalmente en el área de Retail, Acha ha desempeñado funciones de responsabilidad en el área de expansión para firmas como Festa Moda y The Phone House, donde desarrolló su red de tiendas en el mercado nacional.