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Eva Franch (FAB): “Hay que decrecer en algunos aspectos para crecer en otros”

Barcelona calienta motores para convertirse en la ciudad de la arquitectura en 2026 con la celebración de un festival de arquitectura bajo el nombre de Model, para que la capital catalana vuelva a ser un ejemplo de diseño.

M. Tamayo

13 may 2022 - 04:58

 

Eva Franch

 

Del “ponte guapa” al “ponte sana”. Barcelona ha puesto en marcha una semana de arquitecturas, en plural y bajo el título Model, el Festival de Arquitecturas de Barcelona (FAB), que trata de situar a Barcelona como la capital de la arquitectura en 2026, y repensar la ciudad para acabar dando un gran paso como el que dio en la década de los ochenta o tras su cita olímpica: un cambio de modelo.

 

Con un presupuesto de 800.000 euros, el evento se celebra en la ciudad del 5 al 15 de mayo, y se articula con una serie de debates donde arquitectos y urbanistas de Barcelona y otras ciudades (Copenhague, ciudad de la arquitectura 2023 y Río de Janeiro, ciudad de la arquitectura 2020) han reflexionado sobre el espacio público, un terreno más reivindicado que nunca tras la pandemia.

 

Además, la cita tiene la ambición de trasladar el debate a la ciudadanía para lograr un cambio cultural entre los barceloneses más allá de los profesionales. Entre las actividades planteadas por el festival se encuentran visitas a monumentos como el recinto modernista de Sant Pau, el Palau Montaner o los Pabellones Güell en el distrito de Les Corts, pero también visitas guiadas por Barcelona a golpe de audioguías o incursiones en el metaverso.

 

 

El festival, organizado por el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (Coac) y el Ayuntamiento de Barcelona, tuvo uno de sus momentos clave el pasado miércoles con la celebración de una serie de charlas bajo el título Protocolo, buscando justo eso, una nueva hoja de ruta que se constituya como una serie de reglas y normas que sienten cátedra.

 

Para dirigir la que promete ser la primera de edición de un festival de largo recorrido, Ayuntamiento y Coac han optado por una dirección de tres cabezas: Eva Franch, la arquitecta catalana a la cabeza del Architectural Association School of Architecture de Londres y con proyectos en Nueva York; Beth Galí, arquitecta y paisajista, y José Luis de Vicente, investigador cultural.

 

Franch, la encargada de inaugurar el diálogo, sentó las bases del objetivo de la arquitectura barcelonesa y señaló el tema de la primera edición: decrecer. Admitiendo el tono provocativo del concepto, la arquitecta también quiso señalar que “la ciudad tiene que aprender a decrecer en unos aspectos para crecer en otros”. “Sabemos que la arquitectura es muy lenta y a veces llega tarde, pero creo que la arquitectura y la política no sólo somos capaces de llegar antes, sino de llegar pronto”, añadió Franch.

 

En palabras del arquitecto jefe del ayuntamiento de Barcelona, Xavi Mitelles, la ciudad quiere volver a ser un referente en el uso del espacio público, un área que funciona como un termómetro de los problemas de la ciudad. “Queremos volver a hacer una reforma integral que entienda el espacio público como sistema, tal y como se dio en los años ochenta y en 1992 con los Juegos Olímpicos”, asegura Mitelles.

 

Por su parte, Josep Bohigas, director de la agencia de planificación estratégica de Barcelona Regional desde 2016, puso el acento en cómo esta reforma debe tener la ambición de “traspasar las fachadas de las viviendas”. “En los ochenta, el símbolo de la reforma fueron las plazas, un espacio que se recuperó con la entrada a la democracia”, sostiene “ahora nos toca recuperar las calles”, añade Bohigas, que asegura que esta iniciativa tiene que remodelar Barcelona de forma más profunda, “pasando del ponte guapa al ponte sana”.