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Chipperfield y lecciones de rehabilitación activista para cambiar sin perder

El arquitecto británico puede adjudicarse el mérito de la remodelación del Berlín reunificado y ahora se ha llevado el mayor galardón de la arquitectura, Pritzker, por su arquitectura serena y precisa que huye de egocentrismos.

M. Tamayo

10 mar 2023 - 04:54

Chipperfield y lecciones de rehabilitación activista para cambiar sin perder

 

 

Un arquitecto sin ego. Es una de las descripciones que alguien podría hacer de David Chipperfield si lee atentamente el veredicto del jurado que ha decidido otorgarle el mayor premio al que puede aspirar un arquitecto, el Premio Pritzker. Otra es la de un apasionado de la sostenibilidad, proponiendo un urbanismo que se adapte al paso del tiempo.

 

A golpe de proyectos, Chipperfield ha conseguido erguirse como un resolvente de problemas. El arquitecto, con tiro preciso, elabora respuestas precisas y serenas a problemas concretos, “nunca son egocéntricas, ni sirven en modo alguno como arte por el arte: más bien, siempre centradas en el propósito superior de la empresa y en la búsqueda del bien cívico y público”, añaden desde la organización del certamen.

 

Desde el jurado han premiado un estilo sofisticado, claro y de presencia segura en una época que han catalogado marcada por la excesiva comercialización, el sobrediseño y la exageración. El arquitecto se adapta al espacio: si trabaja en Europa aparecen columnatas y si el proyecto es en China opta por los patios típicos.

 

“La obra de David Chipperfield unifica el clasicismo europeo, la compleja naturaleza de Gran Bretaña e incluso la delicadeza de Japón”, ensalza el jurado, añadiendo que se trata de la “plasmación de la diversidad cultural”.

 

 

 

El arquitecto ha trabajado tanto en edificios públicos y complejos comerciales como activos residenciales y de retail. Pero si entre sus obras hay un plato estrella son los museos, creando espacios para el arte entrelazados por la ciudad.  

 

El arquitecto ha dejado su huella en Berlín a golpe de remodelación de grandes emblemas de la ciudad. Chipperfield transformó el Neues Museum, un emblema de la cultura alemana que había quedado en ruinas tras la Segunda Guerra Mundial. Chipperfield ganó el concurso para restaurar el inmueble y agregar nuevas áreas en 1997 junta a Julian Harrap. Con esta premisa, los arquitectos añadieron nuevos espacios como una gran escalinata, pero optaron por no borrar los estragos de la guerra, sino integrarlo en la historia del edificio. Ahora, el museo es parte del patrimonio mundial de la Unesco.

 

Otro de las obras magnas de la arquitectura teutona que requerido los servicios de Chipperfield ha sido el pabellón de Ludwing Mies van der Rohe. El arquitecto británico necesitó más de seis años para finalizar el trabajo que alberga otro de los museos estatales del país. En la intervención, catalogada como extensa y quirúrgica, se realizaron los cambios imprescindibles que otorgan más espacio a la zona de exposiciones.

 

Hasta 30.000 piezas como losas de pavimiento, baldosas de pilares o mobiliario fueron desmontadas, inventariadas y vueltas a colocar. Para arreglar el vidrio dañado hubo que viajar a China, el único lugar donde se pudo producir un material como el creado en la antigua Checoslovaquia.

 

En su amplio catálogo de museos también se encuentra la Turner Contemporary Gallery, al sur de Reino Unido; el Saint Lous Art Museum, de Estados Unidos, o el Museo Jumex en México. El británico también ha dejado su huella en España con la creación del edificio Veles e Vents, un inmueble ubicado junto al puerto industrial de Valencia que se construyó en 2006 para albergar la copa América.