26 nov 2017
Imagínese una comida de negocios del sector inmobiliario en 1995, en una capital de provincias, en un restaurante en el que se puede fumar (la Ley antitabaco en España es de 2006), todo hombres, unos constructores hechos a sí mismos y recién convertidos en promotores, por encima de la cincuentena, con traje y corbata de importación comprada en El Corte Inglés (la primera flagship de Zegna en Paseo de Gracia no abrirá hasta finales de año), todos con un recién estrenado Nokia 2110 de 240 gramos que aún no se lleva en el bolsillo del traje ni se pone encima de la mesa, hablando de una nueva promoción de pisos de lujo en la capital, viviendas de 20 millones de pesetas (120.000 euros), utilizando pocos datos y demasiado sentido (poco) común, con planos en DIN A0 hechos en un rudimentario Autocad 11 ms-dos (la versión 13 sobre windows se lanzaba ese mismo año), sin tener delante imágenes de cómo quedarán los pisos (3d Studio Max se lanzaría en 1996), pensando en comercializar con buzoneo, sin imaginar la importancia de los portales como Idealista (2000), con la guía Campsa en papel para situar la promoción y los accesos (Google Maps no saldría hasta diez años después), muy probablemente comiendo en exceso (Apple Salud es de 2014) y sin prestar atención al consumo de vino (hasta 1998 no se bajaría el límite de alcoholemia al equivalente a dos copas de vino), a pesar de que cada uno de los comensales habría venido con su propio coche, mayoritariamente los nuevos Mercedes S600 de 2 toneladas y 22 litros de consumo.
A los más jóvenes les costará imaginar una reunión así. Ciertamente las cosas han cambiado mucho, pocas reuniones se hacen en los restaurantes, los nuevos ejecutivos son jóvenes y están muy bien formados, la sostenibilidad y la salud son dos prioridades en sus vidas, comunican bien y la información y la tecnología son la base de sus decisiones.
Los pisos que los promotores de nuestra comida de negocios en 1995 construirán en los años siguientes es donde hoy nos toca vivir y son un reflejo de lo que era su estilo de vida, poca comunicación con el exterior, oscuros, con espacios muy definidos y compartimentadas, cocinas pequeñas, decoraciones excesivas, poco equipados, con muchos interruptores pero ineficientes energéticamente, con grandes parkings y mal conectadas con el transporte público, sin parques ni servicios alrededor y pensadas para ser de propiedad, con mucho mantenimiento y comunidades difíciles de gestionar.
Los promotores de hoy son financieros que invierten en las grandes ciudades y están diseñando viviendas abiertas, polivalentes, tecnológicas y eficientes y pensadas para ser alquiladas. Definitivamente, nuestros hijos disfrutarán de mejores viviendas que nosotros.
La transformación de la vivienda y del sector inmobiliario en los últimos 20 años son una expresión de una realidad incuestionable. Todo cambia.
De la misma manera que en 1995 nuestros promotores no podían ni imaginar la importancia de Google (1998), Monster (1999), Tesla (2003), Twitter (2006), Airbnb (2008) o Uber (2009), hoy difícilmente podemos saber qué servicios y productos cambiarán nuestras vidas en los próximos 20 años.
Sin embargo algo podemos intuir y quizás la iniciativa de apartamentos en alquiler flexible de Wework, WeLive, es una primera pista.
Pero los cambios van más allá de una simple iniciativa simpática de una nueva manera de vivir construida sobre la comunidad y la flexibilidad. Si hacemos caso al economista francés Thomas Piketty, la acelerada concentración del capital y la pérdida de peso de las rentas del trabajo, provocarán una rápida desaparición de la clase media y un dificultad generalizada para hacer frente a la propiedad, lo que llevará a la sustitución de los actuales modelos de acceso a la vivienda (propiedad y alquiler) por otros completamente nuevos.
El cambio en marcha nos lleva a un Nethome, un modelo de suscripción como Netflix o Spotify, una plataforma digital que te permite usar un determinado tipo de vivienda urbana en una determinada zona por una cuota cuyo uso se carga a principio de semana en tu cuenta y en la que puedes entrar usando el smartwatch o el reconocimiento facial, sin llaves físicas ni cerraduras.
Pero esa vivienda no es tuya, ni la sientes como tal. Tampoco son tuyos ni los muebles ni la decoración. Cualquiera podrá entrar en tu casa para limpiarla, mantenerla, dejar paquetes (Amazon Key ya lo está haciendo en Nueva York) o sustituir los muebles. Tu simplemente la disfrutas durante unos días y Nethome te podrá subir la cuota en cualquier momento, modificar las condiciones del servicio, cambiarte de vivienda o modificar la decoración.
Cuesta de imaginar. Pero leía hace pocos días una presentación de la CEO de General Motors, Mary Barra, que en tres años ha cambiado una compañía que pasó de ser la primera del ranking Fortune en 1995 (seguida de Ford y Exxon), a ser completamente irrelevante en un mundo dominado por la tecnología, la distribución y los servicios (con Apple, Walmart y Berkshire al frente del Fortune 500) y que habla sin complejos de una revolución en marcha tan importante como la de internet en 1995, diciendo que hay que olvidar el concepto de propiedad del coche y empezar a hablar de compartir kilómetros. Para ello General Motors ha creado la plataforma Maven, como Mercedes ha creado Car2go, BMW Reachnow, PSA Free2move y Volvo y Uber se han aliado para construir coches compartidos.
Viendo este cambio en el sector de la automoción, no cuesta tanto imaginar nuestra Nethome y como los promotores de 2035 serán jóvenes emprendedores que liderarán grandes plataformas digitales, que habrán sustituido a nuestros constructores/promotores de 1995 y a los financieros actuales, que ni siquiera se reunirán, tendrán asistentes de inteligencia artificial que se comunicarán unos con otros para planificar nuevas promociones en alguna de las megaciudades en las que se concentrará la población.
Estas megaciudades, en las que habrá Car2go o Uber con vehículos eléctricos y autónomos, de fibra de carbono. Donde habrán desaparecido los millones de coches de acero que hoy contaminan y ocupan más de un tercio del espacio urbano y donde se construirán las nuevas promociones de la mano de plataformas como Nethome.
Todo cambia y Nethome está al llegar.
Joan Miquel Joaquim
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