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Del Calderón a Les Corts: ‘pelotazos’ del fútbol a la red del residencial español

El proyecto Mahou-Calderón y las vicisitudes que acompañan la venta de los terrenos de Mestalla, la casa del Valencia CF, son los últimos ejemplos de macroplanes urbanísticos en los que el fútbol y el inmobiliario han jugado en el mismo equipo. Sin embargo, no son los que más beneficio han dado a un club español.

J. Izquierdo

17 dic 2018 - 04:54

Del Calderón a Les Corts: ‘pelotazos’ del fútbol a la red del residencial español

 

 

El fútbol español abre una nueva oportunidad al mercado residencial español. El proyecto Mahou-Calderón y la venta de los terrenos de Mestalla, la casa del Valencia CF, son los últimos ejemplos de macroplanes urbanísticos relacionados con clubes de LaLiga. Ambos suelos suman más de 230.000 metros cuadrados de superficie residencial en zonas prime de dos de las ciudades con mayor demanda de vivienda en el país. Sin embargo, igual que en el terreno de juego, los que más beneficio han sacado de proyectos residenciales e inmobiliarios han sido Real Madrid y FC Barcelona.

 

El pasado julio, el Ayuntamiento de Madrid dio luz verde al proyecto Mahou-Calderón. Más de 132.000 metros cuadrados de superficie se liberarán en una de las zonas que, por ubicación, más interés despierta en el mercado de la vivienda de la capital: Madrid Río. Al este del país, el Valencia trabaja en los últimos meses para encontrar una promotora que le ofrezca jugosos beneficios extras con la venta del solar que quedará sin uso cuando Mestalla sea derribado.

 

Estos dos son los últimos ejemplos en los que el fútbol y el real estate han jugado en el mismo equipo. Sin embargo, en épocas anteriores, tanto el Madrid, con la ciudad deportiva de La Castellana, como el Barcelona, a través de la venta del solar del extinto campos de Les Corts, firmaron goles urbanísticos por la escuadra que han influido de manera más que notable para que ambos clubes mantengan su hegemonía en el deporte rey.

 

 

 

 

A orillas del Manzanares, el Vicente Calderón, con medio siglo de vida, será historia próximamente. El consistorio de la capital española aprobó a mediados de noviembre el derribo del estadio atlético con un coste de 22 millones de euros. Con el acta de defunciónsobre la mesa, al club colchonero y a la cervecera Mahou, propietarios de los terrenos, sólo les resta elegir a qué promotora venderán los 33.339 metros cuadrados de suelo finalista, con una edificabilidad de 132.344 metros cuadrados de superficie. De esta cantidad, un total de 13.234 metros serán reservados a vivienda de protección pública.

 

Solvia, Ibosa y Princeton son las tres inmobiliarias mejor colocadas para hacerse con los terrenos, cuya venta el Atlético prevé cerrar en el primer trimestre por una cantidad cercana a 200 millones de euros, según adelantó EjePrime en noviembre.

 

Además de vivienda, en los terrenos del Calderón se desarrollarán activos terciarios sobre una superficie de 14.705 metros cuadrados, por los 13.893 metros de equipamiento público y los algo más de 73.000 metros que, respectivamente, ocuparán zonas verdes y espacios viarios.

 

Los nuevos propietarios deberán asumir unos costes de urbanización de 42,22 millones de euros, incluidos los 22 millones que exigirá la demolición del antiguo estadio colchonero sin afectar a la carretera M-30 que pasa por debajo de una de las gradas. Se desconoce si serán el club de fútbol y la cervecera Mahou quienes asuman ese precio o los futuros propietarios, y qué impacto tendrá esto en el precio final de venta.

 

La aprobación de esta operación está garantizada por el consejo de administración del club, en cuyo accionariado la familia Gil Marín controla el 46,4% del capital y el actual presidente, Enrique Cerezo, otro 15,2%. A ellos se les suma el grupo israelí Quantum Pacific Group, que adquirió el 32% del Atleti el pasado marzo con una inyección de cincuenta millones de euros y la compra de la participación del grupo chino Wanda.

 

 

 

Mestalla: la mecha de una traca que no acaba de prender
A orillas del Turia, la historia es bien diferente. El Valencia CF es un quiero y no puedo en su intención de colocar los terrenos de su estadio. El club che lleva años tratando de vender su casa, Mestalla, cuya fecha de demolición no acaba de concretarse por la imposibilidad por parte de sus gestores de obtener las plusvalías esperadas por el solar que liberaría el estadio.

 

Las aspiraciones del club, propiedad del multimillonario singapurense Peter Lim, pasan por obtener hasta 120 millones de euros por la parcela de 100.000 metros cuadrados de suelo residencial y terciario que tiene en cartera.

 

 

 

 

 

 

 


El último intento del Valencia CF por vender Mestalla ha atraído a 25 inmobiliarias. Sin embargo, en las últimas semanas, varios de los promotores que habían mostrado interés por el proyecto se han apartado del proceso de venta que dirige Deloitte.

 

La cotizada Neinor Homes o las inmobiliarias locales Grupo Ática, Atitlán y Bertolín han desechado continuar en la subasta y realizar una oferta formal por los terrenos. Aunque se desconocen los motivos exactos de dichas renuncias, la complejidad de la operación o que el 40% de los terrenos deba destinarse a superficie comercial, oficinas o habitaciones de hotel estarían generando la caída de aspirantes, según informó Valencia Plaza.

 

Entre los players que se mantienen en la batalla por Mestalla destaca Cerberus. El fondo estadounidense es el nombre con mayor potencial de entre los participantes reconocidos en la puja. A última hora se ha sumado a la subasta una compañía desconocida en el mercado residencial español pero con un importante pulmón financiero; se trata de Ceetrus, la inmobiliaria del grupo Alcampo, que estaría asesorada en el proceso por una promotora española.

 

 

Los ‘goles’ inmobiliarios de Madrid y Barça
Igual que en el terreno de juego, Madrid y Barça copan los dos primeros puestos entre los pelotazos urbanísticos relacionados con el fútbol español. El más conocido es el que logró el Real Madrid con la recalificación de la ciudad deportiva de La Castellana en 2001. Con esta reurbanización, que no estuvo exenta de polémica y denuncias, el actual presidente del club blanco, Florentino Pérez, obtuvo unos ingresos para la entidad merengue de 501 millones de euros. Un capital que sirvió para sanear las cuentas de la entidad y para acometer los fichajes más caros de la pasada década.

 

En los suelos que recalificó el club blanco se elevaron las icónicas Cuatro Torres de Madrid, los edificios más altos de España. En total, cuatro edificios de 250 metros de altura y cincuenta plantas cada una.

 

 

 

 

En el bando contrario, la relación entre el Barça y el real estate tuvo su punto de inflexión en la década de los sesenta. El 18 de mayo de 1966 pasó a la historia del club catalán. Aquel día, el presidente Enrique Llaudet Ponsa firmó la venta de los terrenos del antiguo campo de Les Corts por 226 millones de pesetas. “Con la venta, el Barcelona no sólo habrá enjugado el déficit, sino que en sus arcas habrá superávit”, aseguró durante aquella jornada Llaudet, según se recoge en la hemeroteca de La Vanguardia. Además de para eliminar su deuda, el dinero sirvió para financiar el actual estadio de la entidad, el Camp Nou.

 

El comprador, salvador del club azulgrana, fue un viejo conocido del inmobiliario barcelonés que está ahora de vuelta: Habitat. José María Figueras Bassols y Josep

Ildefons Suñol, fundadores de la promotora, adquirieron el solar, mejorando la oferta de 205 millones de euros que un año antes había realizado el abogado José Sabata.

 

La operación, que contó con el respaldo económico de un grupo de inversión norteamericano, dejó para el recuerdo una cláusula que hoy en día sería difícil de encontrar en este tipo de contratos: Habitat firmó con el Barça dar prioridad a los socios del club para la adjudicación de los pisos.

 

 

 

 

En la actualidad, el Barça mantiene una relación estrecha con el inmobiliario a través de los terrenos de Can Rigalt. Más un quebradero de cabeza que una oportunidad de negocio, este solar de L’Hospitalet de Llobregat fue vendido a La Llave de Oro en 2005 por 35,4 millones de euros. La promotora se adjudicó un 30% del total de metros cuadrados edificables de que disponía el club entre las cuatro fincas, adquiridas por la entidad por mandato de su otrora presidente, el constructor Josep Lluis Núñez.

 

Sin embargo, el acuerdo establecía ciertas cláusulas de salida, como el hecho de que no se obtuvieran los permisos definitivos de reparcelación para poder construir pisos. Por ello, tras no cumplir con su compromiso sobre las licencias urbanísticas, el Barcelona tuvo que recuperar los terrenos en 2017 con una depreciación del activo de 29 millones de euros y obligado a pagar 47 millones de euros por laudo arbitral.

 

Ahora, y ante la actual situación del mercado de la vivienda en este municipio a las afueras de Barcelona, los terrenos se registraron en el balance blaugrana con un valor de sólo 8,44 millones de euros. Según la junta directiva es “una valoración razonable establecida por un experto independiente”, y supone una fuerte corrección respecto a su valor anterior, según informa el medio especializado en la economía del deporte Palco23.