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Mireya Reguart (Bauwood): “La madera es el único material que puede unir la construcción industrializada”

La arquitecta de Bauwood, despacho especializado en construcciones de madera, repasa junto a su socia Laura Motilla las oportunidades y retos que tiene la madera en el sector constructivo. 

Abel Pujol

19 jul 2023 - 04:56

“La madera es el único material que puede unir la construcción industrializada”

 

 

Bauwood es un estudio de arquitectura que nació en 2021 de la mano de Laura Motilla, Mireya Reguart y Patricia Pérez, con la intención de profesionalizar y prescribir los proyectos constructivos de madera. Motilla y Reguart destacan que la madera no tiene nada que envidiar a los materiales más utilizados en las últimas décadas, como el hormigón y el acero; es más, reivindican su sostenibilidad y destacan que es el mejor material para las soluciones de construcción industrializada.

 

Las dos arquitectas advierten que si la madera escala como material habrá que replantear su industria de cabecera, lo que puede crear una gran oportunidad en las regiones de España con mayor masa forestal. Las expertas también reclaman mayor flexibilidad a la administración, a la que señalan como uno de los motores esenciales para el impulso del material en el país.

 

 

Pregunta: ¿Cómo han avanzado las construcciones de madera en España?

 

Laura Motilla: Bauwood nace en 2021, pero nosotras ya habíamos empezado trabajando con la madera desde final de los 2000, ya que nos parecía un sistema constructivo muy innovador; en ese momento estábamos muy solas en el camino. Esto responde a una falta de cultura a escala nacional respecto a la capacidad de la madera como elemento estructural. Hay que recordar que la madera ha sido un material muy utilizado históricamente; de hecho, todo lo que es el Madrid antiguo está construido de una madera maciza, aunque no trabajada. Sí que es cierto que en el norte la cultura de la madera está muy arraigada, y en Cataluña y Navarra también acumula mucha trayectoria, pero lo que ha impulsado la madera como un elemento constructivo estructural a escala general es que los procesos relacionados se han vuelto mucho más tecnológicos. Ya hemos dejado atrás el contexto en el que el tronco venía del bosque y se tenía que adaptar a unas necesidades; ahora ese tronco se trata en una fábrica, que lo convierte en muros de madera laminada, que son como las vigas laminadas con los que llevamos años trabajando, por ejemplo, en los grandes pabellones polideportivos. Por un lado, este sistema mural permite construir edificios en altura de muchas plantas. Otra ventaja es que el proceso constructivo requiere de poco personal, aunque muy especializado. Además, la madera es un material que tiene unas prestaciones brutales y es muy sostenible. Estos factores explican el empuje que está experimentando en España.

 

P.: ¿A escala popular se da suficiente importancia a la madera?

 

Mireya Reguart: Siempre genera las mismas dudas: ¿qué pasa con los bichos?, ¿qué pasa con el agua?, ¿y con el fuego? Al final es un sistema estructural homologado igual que el hormigón y el acero. De hecho, tanto el acero como el hormigón funcionan peor con las filtraciones de agua y los agentes externos. Al final es una falta de cultura sobre las características y prestaciones de este material y por nuestra experiencia observamos que aún genera muchas dudas. Por eso es importante reivindicarlo y ponerlo en valor, y como más construcciones de madera se levanten y la gente vea que funcionan, mejor percepción tendrá por parte de la sociedad en general.

 

 

 

 

P.: En un contexto en el que la sostenibilidad es un factor central en el sector, ¿la madera puede reivindicarse como el mejor material?

 

L.M.: Vemos como el concepto de huella de carbono está ganando mucho peso en la construcción, por lo que la madera parte con muchísima ventaja respecto a otros materiales, como el hormigón. Además, la madera por sí sola ya es aislante, es decir, a nivel de cumplimiento de eficiencia energética siempre tiene más prestaciones que cualquier otro material que sea transmisor térmico. También es un material que se autorregula hidrotérmicamente: sirve para mejorar la calidad de aire interior de las viviendas. En definitiva, es un material natural orgánico, frente el resto de materiales artificiales, lo que también redunda en que sea más saludable. Gran parte de las exigencias de sostenibilidad la madera ya te la da por sí sola, a partir de ahí podemos introducir sistemas como el ahorro de agua, generación de energía de fuentes renovables, etc.

 

M.R.: La madera tecnológica es el único material que puede unir la construcción industrializada. Además de partir de una huella de dióxido de carbono (CO2) negativa, la madera completa todo el ciclo de vida, porque es totalmente reciclable y reutilizable. En parámetros de sostenibilidad, la industrialización siempre va a ser mejor que la construcción tradicional, pero la industrialización con hormigón u otros materiales poco sostenibles sigue teniendo ese problema del residuo final y afecta a la descarbonización de todo el proceso. En cambio, la madera ya elimina estos condicionantes desde un inicio.

 

P.: ¿Qué retos afronta el segmento de la construcción en madera?, ¿podría darse un problema de aprovisionamiento por falta de industria de cabecera?

 

M.R.: Uno de los retos a resolver es el origen nacional de la madera, que además ayudaría y crearía muchas oportunidades en todo este territorio bautizado como la España despoblada. España es un país con mucha masa forestal, pero no se la considera productiva y ahí está el primer reto: considerar los bosques como productivos, lo que también obliga a que se lleve a cabo una gestión forestal adecuada. El hecho que esta masa forestal tenga un rendimiento puede enriquecer los municipios con bosques y, además, un bosque bien gestionado impide los grandes incendios. Este cambio pasa por que los españoles veamos el bosque de una forma distinta. Por ejemplo, lo primero que nos pregunta mucha gente es por qué la construcción en madera es sostenible si contribuye a la tala de árboles. Siempre les respondemos que es un tema un poco más complejo. Al final se trata de saber qué recursos tienes y cómo utilizarlos; si no estás utilizando bien los recursos, estos se convierten en una carga. Eso es un poco lo que pasa en España con la madera, un problema que en el norte de Europa está completamente resuelto.

 

L.M.: Por ejemplo, en País Vasco y Soria apenas hay incendios porque tienen una buena gestión forestal. Además, hay otra variable, y es que cuando un bosque no está gestionado también contribuye a la sequía, porque no talar los bosques suficientemente bien provoca que las raíces absorban toda el agua subterránea. Es cierto que la gestión forestal es una labor compleja porque la propiedad de los bosques corresponde a diferentes familias de poblaciones limítrofes, pero aquí es donde tiene que entrar la administración, en colaboración con las asociaciones, para poner facilidades e incentivos.

 

 

 

 

P.: ¿Esta falta de gestión provoca que para las construcciones actuales se importe madera desde otros países?

 

L.M.: Actualmente, la construcción industrializada sólo representa el 1% de todo lo que se construye. Quizás cuando esta cuota vaya ganado peso será cuando realmente se pongan las pilas en aplicar una gestión forestal más eficiente. Es muy importante que todos apostemos por la madera de kilómetro cero y las empresas de nuestro país.

 

M.R.: Es cierto que en España cada vez hay más madereras que se están dedicando a las estructuras de madera innovadoras, pero también es verdad que todavía hay muy pocas que utilicen toda la madera de origen nacional, casi todas la traen de Centroeuropa o el norte de Europa.

 

P.: ¿Qué aportan al mercado las certificaciones?

 

M.R.: Popularizan y refuerzan el concepto de sostenibilidad en la construcción. Esto, a su vez, provoca que se vaya creando mercado y la gente empiece a hablar más de los diferentes tipos de construcciones y soluciones sostenibles. También es verdad que hay certificaciones que funcionan más como un checklist; por ejemplo, hacer una buena envolvente, lo que repercute en que el edificio consuma menos, tiene los mismos puntos que disponer de un parking de bicicletas. En cambio, hay otras certificaciones que se fijan más en el impacto, como el Sello Verde, y quizás sea más interesante. Luego está el sistema Passivhaus, que es verdad que se ha popularizado mucho, y lo que promueve es casas totalmente electrificadas.

 

P.: Han apuntado la cuota del 1% de la construcción industrializada. ¿Ven que el mercado está creciendo suficiente para que España pueda igualar a corto plazo la cuota de los países de nuestro entorno o existen algunas barreras?


M.R.: El sector está muy concienciado. El camino es ese, también por la dificultad de encontrar mano de obra cualificada. Además, las exigencias en cuanto a residuos y control de los recursos también van por ahí. Pero una de las mayores barreras es la administración.

 

L.M.: Es nuestra gran barrera. La administración ya no está afectando sólo al sector de la construcción, sino que también impacta en el sector industrial. Que una industria deba paralizarse porque una licencia no esté a tiempo es catastrófico a nivel económico. Encargar ahora una madera para una obra que tenía que iniciarse este año y que deba posponerse a 2024 o 2025 le hace mucho daño a una fábrica. Es cierto que en muchas reuniones sectoriales la administración está presente, pero no vemos que sean una parte importante ni que sean conscientes del impulso que daría un apoyo firme de la administración al sector, en especial en Madrid, que es la capital. Hemos tenido proyectos muy interesantes en Madrid que se han echado atrás por cierta falta de conocimiento del proceso constructivo. En las comunidades donde realmente ha habido un apoyo de la administración, el crecimiento de la industrializada ha sido exponencial, como en Navarra, País Vasco o Cataluña. Es más, a escala europea es obligatorio que el 80% de la edificación pública sea de madera, el porcentaje que va a estar vigente en un futuro en España.

 

 

 

 

P.: ¿La solución es la declaración responsable?

 

L.M.: Es un arma de doble filo.

 

M.R.: Agiliza, pero hace recaer en los técnicos toda la responsabilidad. Luego el ayuntamiento vendrá, cuando considere...

 

L.M.: Y quizás te obligan a tirar la casa. Las normativas continúan siendo muy interpretables. Me refiero a que muchas veces todo se basa en una interpretación, entras en un debate que no tiene sentido, donde la administración siempre tiene razón. Deberíamos tener un sistema de comunicación constante con la administración.

 

M.R.: Antes de que en Madrid se aplicase la declaración responsable por la legislación del suelo, ya trabajábamos con ayuntamientos que funcionaban muy bien, simplemente pensando en el proceso. El Ayuntamiento de Alcobendas lo trabajaba fenomenal: podías tener una visita con todos los técnicos municipales que iban a intervenir en el proyecto. Lo que nos encontramos en la mayoría de los ayuntamientos es que sólo tenemos interlocución con el técnico de urbanismo, pero en el proyecto participan otros, como el de obras públicas, jardinería, ascensores, etc. El ejemplo de Alcobendas funcionaba porque podías sentarte con todos, analizar el proyecto inicial y, a partir de ahí, plantear las dudas. Cuando enviabas el proyecto final, ellos ya habían hecho las consultas, con lo que se ganaba rapidez y eficiencia. Hay mecanismos para trabajar mucho más seguros para todos que la declaración responsable, que da pie a algún ‘pirateo’ y que toda la responsabilidad caiga sobre los técnicos.

 

P.: La sociedad aún percibe a los edificios en madera como proyectos singulares, ¿Cuándo la madera será mainstream?


L.M.: El boom va a venir cuando la administración pública y las empresas privadas empiecen a poner en valor a la madera. Aunque hay muchas promotoras que están levantando construcciones en madera, no deja de ser una promoción experimental, como puede ser con otro material. Se necesita confianza en la madera, porque cuando la gente viva en estas construcciones, se darán cuenta de la gran cantidad de beneficios que aporta.

 

 

 

 

P.: ¿Ven posible que este modelo se adapte a segmentos como oficinas, hoteles o naves logísticas?


L.M.: Hemos trabajado con empresas nacionales que quieren apostar por las grandes naves logísticas hechas de madera. La voluntad existe, lo que falta es el empujón final.

 

M.R.: En España ya existen ejemplos de todos los segmentos de residencial, desde vivienda, pasando por el residencial público, a hoteles, también en terciario y oficinas hay. Es verdad que en el sector industrial no hay una presencia, aunque se está estudiando.

 

L.M.: La industrializada en madera es perfecta para los activos que se ubican en cascos urbanos. La construcción en altura de pequeñas parcelas ayuda mucho a la regeneración del centro urbano, como podría ser el caso de Tetuán, en Madrid, o los cascos de San Sebastián de los Reyes o Alcobendas. Primero porque son obras más cortas y limpias, con menor ruido y cortes de calles puntuales. Por lo tanto, es un incentivo para aquellas zonas que se están quedando vacías porque las obras son muy incómodas.

 

P.: ¿La industrializada funciona en rehabilitación??

 

M.R.: En la rehabilitación ya se está trabajando con sistemas industrializados. Por ejemplo, los sistemas de fachada ventilada llevan una premedición del edifico para rehabilitación u obra nueva. Con madera también se ha estudiado el hacer fachadas para rehabilitación energéticas y funciona muy bien para pequeñas ampliaciones que la normativa permite para rehabilitaciones energéticas. Pesa muy poco y es fácil de integrar con otros materiales. Observamos un campo aún en el que trabajar, ya que Europa lo señala como prioritario, por delante de derruir y volver a construir.

 

L.M.: Con la llegada de los fondos europeos hemos visto un poco más de ayuda, pero aún somos pocos los estudios que apostamos por la rehabilitación, y eso que sólo el parque madrileño a rehabilitar es de siete millones de edificios. La verdad es que se han visto pocos proyectos. Falta más cultura de la rehabilitación, la gente está invirtiendo en viviendas que no cuentan con las condiciones energéticas mínimas. Con reformas no sólo se revaloriza el inmueble, sino que las condiciones de habitabilidad mejoran mucho y se reducen consumos.

 

M.R.: El precio medio de una rehabilitación integral de edificios de viviendas de comunidades de vecinos se sitúa entre 15.000 euros y 25.000 euros por vivienda, lo mismo que cuesta un coche de gama media. ¿Por qué a la gente no invierte en eso con líneas de financiación específicas a diez o doce años? Las ayudas europeas han contribuido a que se hable más de la rehabilitación, pero quizás la gente no asume que estas tienen un coste. Es una inversión con retorno.