Oficinas

Falta de rentabilidad, recesión y alta inversión: las grietas en los cimientos del gigante WeWork

A punto de salir a bolsa con una valoración muy por debajo de las previsiones iniciales, el grupo estadounidense se enfrenta a las dudas de los analistas sobre su modelo, que ha revolucionado el negocio global de las oficinas.

Marta Casado Pla

9 sep 2019 - 05:00

Falta de rentabilidad, recesión y alta inversión: grietas en los cimientos del gigante WeWork

 

 

 

En 2010, Adam Neumann y Miguel McKelvey fundaron WeWork. Nueve años después, el operador de espacios flexibles cuenta con 528 ubicaciones en más de 110 ciudades de 29 países diferentes. ¿Es WeWork, un modelo de éxito? Poco antes de su salida a bolsa, estas son las claves del gigante que ha puesto en jaque a las oficinas tradicionales.

 

 

Modelo de negocio

 

La compañía nació con la intención de crear espacios de oficinas compartidos a precios asequibles y se basa en la idea de que “la comunidad, la flexibilidad y la eficiencia de costes pueden beneficiar las necesidades del empleado”, según detalla la empresa en el documento de salida a bolsa facilitado al organismo regulador de Estados Unidos.

 

La mayoría de los ingresos de la compañía provienen de las rentas de los inquilinos, mientras que entre un 10% y 15% derivan de los servicios prestados a los miembros de WeWork. El precio de los alquileres, a su vez, varía en función del tipo de espacio y la localidad del inmueble. En las oficinas de la compañía en la calle de María de Molina (Madrid), por ejemplo, el alquiler de un escritorio compartido cuesta 250 euros al mes, mientras que el precio de una oficina privada asciende a 710 euros al mes.

 

La apuesta de WeWork por este modelo implica una elevada inversión inicial, motivo por el cual la compañía ha registrado importantes pérdidas en los últimos años. La empresa asume los costes de la entrada en un nuevo mercado y negocia los términos del alquiler del inmueble. En 2016, la compañía firmó 64 contratos de alquiler para nuevos centros, una cifra que se disparó hasta 139 en 2017 y creció hasta los 331 contratos un año después.

 

 

 

 

Una vez la empresa ocupa el espacio, hace frente a los costes de diseño, reformas y construcción. Cuando finalmente la ubicación abre sus puertas, la compañía empieza a generar ingresos. Sin embargo, no es hasta los dos años después de su apertura cuando se considera que un espacio es rentable, ya que entonces la ocupación se mantiene estable.

 

“Como continuamos creciendo rápidamente, la mayoría de nuestras localidades no son maduras y no generan un flujo de caja estable”, mantiene la compañía en el folleto de salida a bolsa. De hecho, en junio, sólo el 30% de los espacios eran considerados localizaciones maduras. “Si dejáramos de invertir en nuestro crecimiento y, en su lugar, permitiéramos que nuestra cartera de ubicaciones existentes madurara, no necesitaríamos nuevas inversiones de capital”, reconoce la empresa.

 

Sin embargo, WeWork considera que “la flexibilidad para administrar el crecimiento” les permite “administrar también su perfil de rentabilidad”. Este es, sin embargo, uno de los aspectos más delicados del auge de WeWork que, de hecho, le ha costado la confianza de algunos de sus inversores.

 

 

 

Riesgos

 

“Tenemos un historial de pérdidas y, especialmente si continuamos creciendo a un ritmo acelerado, es posible que no podamos hacer la empresa rentable en un futuro previsible”, reconoce la propia compañía en el folleto de salida a bolsa. En 2018, la compañía cerró el ejercicio con unas pérdidas de 1.930 millones de dólares (1.706 millones de euros) y duplicó sus ingresos hasta 1.820 millones de dólares (1.609 millones de euros).

 

La empresa atribuye estos resultados a la inversión requerida para hacer crecer el negocio en las diferentes localidades y “espera que los costes y la inversión continúen creciendo al ritmo que crece la compañía”, admitiendo que las pérdidas netas pueden “continuar creciendo de manera absoluta”.

 

Otro de los riesgos a los que debe hacer frente WeWork es la posibilidad de morir de éxito. “Las dificultades asociadas a nuestro crecimiento continuo podrían dañar nuestra reputación y tener un efecto adverso importante en nuestro negocio, incluidas nuestras perspectivas de crecimiento continuo y nuestra condición financiera, resultados de operaciones y flujos de efectivos”, asegura.

 

Entre los riesgos se encuentra también la posibilidad de que el crecimiento no sea sostenible, la dependencia de la situación económica de cada mercado, la dificultad de retener a los usuarios ante la aparición de nuevos operadores de coworking o la existencia de una recesión económica.

 

 

 

Oportunidades

 

Más allá de los riesgos, la compañía aspira a obtener una valoración de hasta 20.000 millones de dólares (18.000 millones de euros) antes de salir a bolsa. El éxito de la empresa se basa, en parte, en el contexto socioeconómico que la envuelve.

 

La compañía nació dos años después de la mayor crisis de los últimos años, en un momento en el que “las soluciones disponibles en el mercado no satisfacían las necesidades de los empleados”. Ahora, tendencias como la urbanización de las ciudades, la globalización, la flexibilidad en los empleos o el auge de la economía compartida están aupando su modelo de negocio.  

 

Según un estudio de las Naciones Unidas, en 2030, las ciudades acogerán el 60% de la población global. WeWork ha sabido aprovechar esta tendencia y ha entrado en el mercado de las principales ciudades del mundo. En Nueva York y Londres, por ejemplo, la compañía copa el 1,2% del mercado de oficinas; en San Francisco o Bangalore, el 0,9%, y en Shanghái, el 0,5%.

 

 

 

 

La compañía ha apostado también por la globalización. Según un informe internacional de Wells Fargo Market Strategies, el 95% de los encuestados aseguraban que las compañías estadounidenses deberían expandirse internacionalmente en el largo plazo. WeWork pretende ofrecer soluciones a esta demanda, estando presente en más de 110 ciudades y ofreciendo acceso ilimitado a todas las ubicaciones de la compañía. La empresa prevé, además, consolidarse en las urbes donde está presente y empezar a operar en 170 localizaciones adicionales.

 

La apuesta por la flexibilidad lleva a los usuarios y empresas a buscar precios fijos más bajos, con la posibilidad de ampliarlos o reducirlos en función de la evolución de la compañía y el capital existente.

 

Las generaciones más jóvenes, por su parte, están demostrando una mayor predisposición, o incluso preferencia, por los modelos de economía compartida. Un estudio realizado por Boston Consulting Group en 2017 aseguraba que el 57% de los encuestados estadounidenses estaría dispuesto a renunciar a la propiedad a cambio de una reducción del precio o una mejora de los servicios.