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Riqueza y PIB: un desacoplamiento y tres escenarios para la vuelta al redil

La consultora McKinsey ha realizado un informe The rise and rise of the global balance sheet en el que subraya el desacoplamiento entre la evolución del PIB mundial, que en los países desarrollados ha sido “tibio” en las últimas décadas, y la riqueza, que por el contrario se ha disparado en estos últimos años.

B. B.

7 dic 2021 - 04:58

Informe McKinseyy

 

McKinsey y la paradoja de la riqueza y el crecimiento de la economía. La consultora ha examinado el balance de diez países que representan el 60% del PIB mundial: Australia, Canadá, China, Francia, Alemania, Japón, México, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos. Y la gran paradoja es que la riqueza se mantiene mayoritariamente en el ladrillo y el cemento, a pesar de que las economías son cada vez más digitales y los intangibles más importantes.

 

El mundo nunca ha sido tan rico, según explica McKinsey. El patrimonio neto se ha triplicado entre 2000 y 2020 hasta alcanzar los 510 billones de dólares, es decir, 6,1 veces el Producto Interior Buto (PIB) mundial. Los hogares son los propietarios finales del 95% del patrimonio neto, la mitad en forma de activos reales, sobre todo viviendas, y el resto en activos financieros. Los edificios corporativos y gubernamentales y los terrenos representan un 20%. “Esta distribución planea dudas sobre si las sociedades almacenan su riqueza de forma productiva”, señala McKinsey en el análisis.

 

Salvo en China y en Japón, los activos no inmobiliarios representaron una parte menor del total de activos reales que en 2000. A pesar de la digitalización de las economías, los intangibles solo representan el 4% del patrimonio neto. En los países de la muestra analizada por la consultora, el patrimonio neto en 2020 era casi un 50% más alto en relación con la renta que la media entre 1970 y 1999. El aumento de los precios de los activos por encima de la inflación, impulsado por los bajos tipos de interés, disparó esta divergencia, mientras que el ahorro y la inversión sólo representaron el 28% del crecimiento del patrimonio neto. Por cada dólar de nueva inversión neta, la economía mundial creó casi dos dólares de nueva deuda.

 

 

Los activos y pasivos financieros mantenidos fuera del balance de bancos crecieron mucho más rápido que el PIB. A medida que el precio de los activos aumentaba, las relaciones préstamo/valor (loan to value) se mantuvieron constantes en torno al 80% de media, pero superaron el 100% en Canadá, Japón y Reino Unido.

 

Aunque el coste de la deuda se redujo drásticamente en relación al PIB, gracias a la bajada de los tipos de interés, las elevadas ratios de loan to value planean cuestiones sobre la exposición financiera y la forma en que el sector financiero asigna el capital a la inversión. McKinsey, al final del informe lanza la siguiente pregunta: ¿Cómo puede desarrollarse el futuro y qué pueden hacer los agentes económicos? Y ofrece tres escenarios.

 

 

El primero es un nuevo paradigma económico en que el valor de los activos en relación con la renta es mayor, debido en parte a los cambios demográficos y a una mayor propensión al ahorro entre los hogares de renta alta. El segundo escenario recoge una reversión de los precios de los activos y, finalmente, el tercero propone un reequilibrio del balance en relación a la renta a partir de un crecimiento rápido del PIB, a medida que la inversión y el crecimiento de la productividad se acelera junto con la inflación.

 

En todo caso, el impacto en la economía será diferente según el escenario que se dé, aunque tampoco puede descartarse una combinación de dos o incluso los tres. “Salir de cualquier desequilibrio potencial requeriría que todos los actores económicos redirigieran el capital hacia inversiones productivas y potenciadoras de crecimiento, como la sostenibilidad, la vivienda asequible, las infraestructuras digitales y otras tendencias de valor del siglo XXI aún por descubrir para los ahorradores”.