42,195km
Objetivos. Qué miedo nos dan, lo que los discutimos y ponemos en cuestión muchas veces, pero qué necesarios son. ¡Que vivan los objetivos! Pero, ¿cómo alcanzarlos? ¿Y cómo definirlos?
Quiero compartir hoy que acabo de volver de Berlín. Una maratón apasionante por todo lo que supone esa ciudad, el ambiente y la propia prueba deportiva, en la que cada uno la vive como considera a nivel personal y deportivo. Pero sobre todo como un objetivo. Este ha sido mi último objetivo alcanzado del que he salido muy reforzado y con muchas lecciones aprendidas
La planificación, la alimentación, la salud, el entrenamiento específico y vencer las lesiones son los puntos clave para afrontar una maratón y, si no los llevas de una forma muy medida y estructurada, sufrirás por conseguir tu objetivo e incluso podrás no alcanzarlo. Yo he fallado en algunos de estos aspectos y he sufrido más de la cuenta por alcanzarlo. El objetivo lo alcancé finalmente pero el margen de error lo amplié una barbaridad.
Mi experiencia me ha demostrado que la preparación, el proceso y el método es lo más importante para afrontar retos, objetivos y logros. Y trasladando la lección al mercado laboral mi reflexión es que es imprescindible definir objetivos pero mucho más su planificación para cómo llegar a ellos. Definir los KPI, medir los objetivos si son alcanzables, estructurarlos para poder llegar a ellos y marcar la rutina, las herramientas y las pautas para su consecución.
Otra lección, y echando la vista atrás, es que ésta no ha sido la prueba más dura a la que me he enfrentado deportivamente y después de haber corrido otras maratones e incluso pruebas más exigentes, ha sido en ésta en la que más he sufrido. La idea que me llevo es clara y que los objetivos se renuevan y se preparan específicamente y uno no puede vivir del pasado. Por ello, si traslado esto a lo laboral, muchas veces nos pensamos que cuando alcanzamos un objetivo, creemos falsamente que puede volver a alcanzarse e incluso mejorarse y sin un esfuerzo adicional, y es por lo que muchas veces lo afrontamos con mucha más relajación y “falsa seguridad”.
En el fondo lo que hay detrás de alcanzar un objetivo en una parte es la persona o el equipo, pero sobre todo y lo que sustituye al individuo es lo que yo llamaría el sistema. Si tú proporcionas un buen sistema de trabajo, una planificación, protocolos, las herramientas necesarias para trabajar y el individuo pone el esfuerzo y la dedicación, el rango de probabilidades de alcanzar un objetivo será mayor independientemente de quien sea esa persona o por quien esté compuesto el equipo. Las personas son importantes sí, pero el sistema lo es aún más.
La tercera lección aprendida es la motivación para alcanzar los objetivos. Y que el origen de esta motivación puede estar en muchos sitios pero, si el componente emocional está presente, la gasolina para nuestro motor es de una mejor calidad. Para mí, ante una situación difícil en carrera, por ejemplo en el kilómetro 39 la imagen física y mental de mis seres queridos hace que saque fuerza de donde no hay y que haya a quién dedicar la meta lo hace mucho más fuerte.
Es difícil que el componente emocional aparezca en la empresa y en las motivaciones para sacar nuestro trabajo adelante, ya que al final es un tema más de responsabilidad y dignidad personal por quien nos paga y por intentar ganar más dinero y generar beneficios, pero si además somos capaces de desarrollar emocionalmente un sentimiento de pertenencia de marca corporativa, un sentimiento de marca personal en cuanto a crecer profesionalmente y una responsabilidad en cuanto a terceros que su bienestar dependan de tu trabajo, tu motivación se disparará exponencialmente.
La última lección que me llevo de esta fantástica experiencia es que al igual que mis 42,195 kilómetros son un objetivo conseguible aunque duro y difícil de alcanzar, cuando planteemos donde queremos estar al final del año profesionalmente tanto a nivel cuantitativo como cualitativo, que sean objetivos medidos y alcanzables para no dinamitar la motivación de los equipos y de uno mismo. Un objetivo no realista y mal planificado puede ser contraproducente, al contrario que si es alcanzable y bien programado aporta una bomba de energía brutal para todos. No hay nada más motivador que celebrar un objetivo difícil para afrontar nuevos y exigentes retos.
Personalmente para mí y como conclusión, una vida laboral sin objetivos y sin una hoja de ruta que cumplir es igual que una vida sin rumbo y a la deriva. Una vida sin objetivos es ingobernable, como lo sería una empresa por muy bien liderada que estuviese. Yo compararía el objetivo para los trabajadores y las personas con el faro de guía para los marineros de antaño. Te marca, te mide y te guía a lo largo del año si pierdes un poco el rumbo de donde debes estar.
Nos quedan 3 meses de recta final y al igual que mis 42,195km son para mi hija, mujer, padres, hermano, familia y amigos, ¡este artículo se lo dedico a mi equipo y a todos mis compañeros de Cushman&Wakefield!
¡A darle duro team!