Valoraciones personales / profesionales
17 oct 2019
Pocos son los que realmente valoran un inmueble como debe ser. Quizás esta es una de las razones por la que en el mercado cuesta mucho encontrar el equilibrio entre la oferta y la demanda. Y si lo encuentras, es después de haber pasado por ciertas discordancias.
Gran parte de los propietarios de naves, terrenos, o edificios industriales valoran muy por encima sus inmuebles de lo que realmente valen. En muchas ocasiones se dejan llevar más por valores propiamente ajenos al inmueble, y me refiero a la ubicación, las comunicaciones, o los servicios, que ellos disponen. Por esta causa olvidan lo más importante quizás, la finca. Es evidente que estos parámetros son importantes, pero dejar de lado al inmueble, hace difícil su comercialización.
Cuando vas a captar una nave industrial para su posterior comercialización, pones encima de la mesa del propietario toda tu experiencia con la buena intención de justificar el porqué del precio. Atentamente, te escucha. Y todo parece indicar que le has conquistado, seducido y, sobre todo, convencido.
Pues no, no es así. Una vez terminas y cedes el paso a la opinión de tu cliente, te vas dando cuenta poco a poco que deberías haber sido más contundente y menos explícito. Cuando vas a valorar un inmueble, el propietario de este ya tiene claro lo que quiere pedir por él y no debería ser así. Por eso existimos.
Todo el mundo tiene lo mejor, su mina de oro, y en realidad debería escucharse al asesor de otra forma a la que hoy por hoy, y desde hace muchos años, se escucha.
Pongo un ejemplo para que se vea claro. Cuando vamos al médico, estamos convencidos de que vamos al mejor médico, a nuestro médico siempre le sale su currículum, y sea cual sea la realidad, nos queremos autoconvencer que es de los mejores, el que me va a curar, y me dejo llevar por sus manos sin exigencias. Lo escucho y le hago todo el caso del mundo. Diga lo que me diga, tiene razón, y cuando entra en la habitación del hospital a dar el parte, le escuchamos atentamente sus indicaciones, nos manda deberes, y dictamina lo que debemos hacer.
Pues bien, aunque sea en forma metafórica, creo que el Agente Inmobiliario debería ser el médico de los propietarios, y quizás así curaríamos males presentes, o evitaríamos los futuros. Nuestra obligación es satisfacer la necesidad de quién acude a nosotros, sea la demanda, sea la oferta. Y digo la demanda porque ésta también parece ser que nos quiere instruir a los profesionales del sector inmobiliario dándonos lecciones, una detrás de otra.
No quisiera que este post se tomara como una crítica a demandantes y ofertantes de inmuebles; más bien pretendo todo lo contrario. Me gustaría que nuestra opinión y valoración respecto a una nave, un suelo, o un edificio industrial, fuera tratada del mismo modo que se trata a ese médico que entra en la habitación cuando, ingresado, acudes a él para que restablezca tu salud a un modo normal.
Evidentemente la opinión de los expertos inmobiliarios siempre puede conllevar un margen de error, pero éste es pequeño.
Volviendo al principio de este artículo, donde constataba la importancia del inmueble, debo decir que siendo importante todo lo que le rodea, lo es mucho más el mismo inmueble. Se puede estar bien comunicado, bien ubicado, y con buenos servicios cerca, y podemos encontrarnos delante de un inmueble totalmente desactualizado, obsoleto, y poco operativo para el tipo de demanda que existe hoy en día. Y al contrario también, podemos estar captando un inmueble de configuración idónea, y con buenas instalaciones actualizadas, y todos los parámetros necesarios para no tener que invertir demasiado en él, y estar ubicado en un pasaje sin salida, o en un polígono industrial obsoleto, y con el acceso a las autopistas a diez km.
Conclusión: en esta vida todo tiene un precio, y un buen agente inmobiliario debe ser claro, conciso, y lo más realista posible, al igual que el médico de nuestra confianza del que estamos seguros que si vamos juntos de la mano, saldremos de ese apuro momentáneo, y seremos un poco más felices.
Carles Torres
Carles Torres es Agente Inmobiliario desde 1982, además de Administrador de Fincas Colegiado. Antes había trabajado en diferentes empresas. Siempre especializado en área industrial en el ámbito catalán, ha desarrollado su carrera profesional en compañías como Cutillas, Auguste Thouard (hoy BNP Paribas) o Forcadell. Hace más de veinte años se embarcó en un nuevo proyecto, NCI Asesores Inmobiliarios, del que es propietario.
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