Opinión

Velocidad de crucero

Carles Torres

10 sep 2021

Velocidad de crucero

 

Estamos en julio, sólo me quedan dos semanas para las vacaciones, y tengo ya los planes hechos. ¿Sabes qué?, este fin de semana próximo no voy a venir el viernes al despacho, me voy a permitir este lujo.

 

El lunes, de vuelta de nuevo, empiezo la penúltima semana; se acerca el día, y una vez más, pasada dicha semana, me vuelvo a ir el viernes por la mañana para pasar un fin de semana un poco más largo.; y por última vez acudo el lunes a la empresa para trabajar la última semana del mes de julio.

 

Me marcho de vacaciones, ¡qué guay!

 

Los días pasan, uno detrás de otro en mi lugar de destino, e intento aprovechar al máximo el buen tiempo, y pasar el día entero con mi familia. Ya a partir del día 20 mi cabeza empieza a ser consciente que pronto volveré; y si, lo tengo claro. De nuevo, antes de incorporarme, me asomo por la oficina el día 23, y aprovecho para descargarme el correo electrónico, poner en orden mi agenda, y de paso riego las plantas, que hace días que no beben.

 

Este es mi modus operandi año tras año en lo que atañe a mi marcha y a mi incorporación al trabajo.

 

Estamos de “vuelta al cole”. Cada uno de nosotros tenemos nuestro cole particular y después de pasar, casi todos, unos buenos días de descanso, nos incorporamos a nuestras sillas, mesas, salas de reuniones y empresas, un año más.

 

Es evidente que los años empiezan el 1 de cada enero, años naturales, años fiscales y años laborales. Sin embargo, siempre he sentido en mi interior como si el año empezara después del periodo vacacional. Te vas en julio o agosto, y cuando vuelves parece como si todo estuviera medio dormido, y tuvieras que arrancar un motor. Un motor que no volverá a parar de nuevo hasta el próximo verano.

 

Y poco a poco, unos más rápido que otros, vas cogiendo velocidad. Los primeros días te encuentras con las típicas respuestas: “dame un par de días para que me ponga al día”, “no ha llegado todavía”, “llamadas sin respuesta”, “pásale un mail y ya te contestará cuando pueda”… Respuestas lógicas y típicas del momento.

 

Por eso, creo que lo mejor es que dos días o tres antes del reinicio, conectes, y calientes motores. De esta forma cuando entres en la oficina o despacho, te dará la sensación de que nunca te has ido, y coger la velocidad crucero te costará mucho menos.

 

Poner en orden las cosas previamente para el arranque hará que no notemos tanto los cambios. Pasar de unos horarios a otros, comer de una manera o de otra. Hay que impedir tener “agujetas” que acostumbran a tenerse por falta de hábito. Hay que intentar no perder la forma. Cada año somos un año mayores, y cuesta más esa incorporación a nuestros sitios de responsabilidad.

 

En mi humilde opinión deberíamos coger las vacaciones, con un preaviso, esto es, sumando algún día más de descanso antes de empezarlas, y de igual modo empezar a trabajar esos dos o tres días antes de volver a la rutina del resto del año. No creo que sea bueno “cerrar y abrir” de hoy para mañana. Repito, en ambos casos (cuando inicias y cuando acabas las vacaciones), el trauma es mucho menor.

 

Por la misma razón expuesta anteriormente, algunos dividen las vacaciones en tres periodos: dos semanas en verano, una semana en Semana Santa, y la cuarta en Navidad. De esta manera no se desconecta del todo, no se “para” la empresa, y las velocidades crucero no se interrumpen.

 

Seguramente habrá alguien que no esté de acuerdo con mi opinión, pero si es verdad que mi empresa y yo lo venimos haciendo así hace años, y podemos certificar el buen arranque cuando volvemos a laborar viniendo de un merecido descanso después de cerca de 11 meses sin parar apenas.

 

Los motores hay que mantenerlos, y para que vayan finos no se les puede arrancar y parar de forma súbita, sea el motor que sea.

Carles Torres

Carles Torres

Carles Torres es Agente Inmobiliario desde 1982, además de Administrador de Fincas Colegiado. Antes había trabajado en diferentes empresas. Siempre especializado en área industrial en el ámbito catalán, ha desarrollado su carrera profesional en compañías como Cutillas, Auguste Thouard (hoy BNP Paribas) o Forcadell. Hace más de veinte años se embarcó en un nuevo proyecto, NCI Asesores Inmobiliarios, del que es propietario.