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El metaverso: qué es y cómo puede aprovecharlo el inmobiliario

El mundo virtual con sus avatares va abriéndose paso. Muchos aseguran un cercano boom de esta realidad alternativa, gracias a la tecnología blockchain, que impactará a numerosos sectores, entre ellos el inmobiliario.

B. B.

20 dic 2021 - 04:56

El metaverso: qué es y cómo puede aprovecharlo el inmobiliario

 

El metaverso es una de las palabras de moda. Mundos virtuales que se desarrollan rápido con numerosas actividades económicas presentes y el real estate se posiciona para estar presente y comercializar parcelas digitales, entre otros servicios.

 

Gracias a la tecnología blockchain y a los NFT, que garantizan la identidad del propietario de la transacción, los terrenos digitales tienen al final un uso muy similar a los que podríamos adquirir en una ciudad real: inversión, disfrute personal o para el desarrollo de servicios y productos dentro de la plataforma.

 

Decentraland es una plataforma que ofrece un universo virtual parecido a lo que ofrecía el videojuego Second Life en su día. Y Genesis City es la ciudad que ha creado para que los usuarios generen sus avatares y se paseen por ella, por sus comercios y también por sus eventos e, incluso, que se relacionen entre ellos. Esta ciudad virtual, que algunos la comparan por su extensión con Washington DC, tiene 900.000 parcelas y algunas de ellas han sido vendidas por más de 200.000 dólares en criptomonedas, porque no es lo mismo estar en un eje prime que en una zona secundaria o la periferia.

 

El primer registro de la palabra metaverso (en inglés, metaverse) data de 1992, cuando el autor estadounidense Neal Stephenson la utilizó en su novela de ciencia ficción Snow Crash. En ella, el metaverso hacía referencia a un mundo virtual en el que la gente utilizaba avatares para escapar de una realidad distópica.

 

 

Casi treinta años más tarde, el desarrollo de los metaversos se ha concentrado hasta ahora, con algunas excepciones, en el campo del entretenimiento, pero los expertos apuntan a que a corto plazo su impacto será transformacional en sectores como la sanidad, el arte, el real estate, la administración o el comercio.

 

Eventualmente, un usuario podrá desplazarse con su avatar de un metaverso a otro, llevar consigo todos sus activos digitales, ya sean ropa, arte, o dinero y vender en un metaverso los activos comprados en otro.

 

“Lo que estamos viendo ahora es la prehistoria del metaverso”, asegura Javier Plazas, consultor experto en lujo y transformación digital. “Estamos en una fase similar a cuando empezó el ecommerce, y muchos pensaban que sería imposible comprarse un zapato sin probárselo; va a revolucionar nuestra forma de interactuar, de comprar y de socializar”, añade.

 

Una de las primeras empresas en ofrecer servicios de real estate virtuales es Metaverse Property. Como si de una consultora se tratase, la firma ofrece parcelas en Decentraland, pero también en otras plataformas como Sandbox, Somnium, Upland y Cryptovoxels.

 

Además de la compraventa de parcelas, Metaverse Property también ofrece servicios de arrendamiento, gestión de la propiedad, marketing, desarrollo de proyectos y consultoría. La empresa cuenta con un proyecto de inversión, denominado Reit, donde informa de la creación de un fideicomiso de inversión inmobiliaria virtual sobre las plataformas mencionadas.

 

 

Es decir, brinda al inversor exposición directa a bienes raíces de los metaversos superando las barreras de entrada o de tener un conocimiento del conjunto de habilidades requeridas para ello. Básicamente, se trata de garantizar la propiedad de un bien raíz virtual a través de un NFT o token.  

 

Aunque el número de compradores de estos terrenos es aún bajo, datos del primer trimestre del año de Decentraland informaban que desde su creación se han realizado transacciones de propiedades inmobiliarias por más de cincuenta millones de dólares.

 

Javier Plazas resume cuatro características del metaverso, una vez esté plenamente desarrollado. En primer lugar, la persistencia: a diferencia de un videojuego, que empieza cuando el usuario entra y termina cuando este sale, el metaverso no termina.

 

En segundo lugar, la escala (masiva y global) y la simultaneidad (es en directo y de forma sincronizada, algo que se ha podido desarrollar todavía más con la expansión del 5G). La tercera es la accesibilidad e interoperabilidad, poder ir de un espacio a otro sin necesidad de registrarse.

 

“Esto tienen que permitirlo las propias empresas desarrolladoras y es lo que Meta quiere evitar”, sostiene Plazas. Meta es el nuevo nombre que adoptó Facebook el pasado octubre y que anticipa la intención del grupo de crear un metaverso en el que los usuarios puedan trabajar, jugar y comunicarse. El riesgo, apuntan algunos expertos, es que la compañía (que hoy es líder de las redes sociales con Facebook, Instagram y WhastApp) termine monopolizando también el mundo virtual.

 

La cuarta característica diferencial del metaverso, apunta Plazas, es la economía virtual con impacto social. “Nuestras relaciones de compraventa son sociales, se establecen vínculos entre comprador y vendedor”, explica.