Opinión

Clasificados

Carles Torres

4 feb 2019

Clasificados

 

 

Si algo hay que hacer de vez en cuando es rebobinar y repasar mentalmente cuál ha sido la evolución de todo lo concerniente a nuestro sector en las últimas décadas. Es así como nos daremos cuenta, aunque a veces no lo parezca, que todo ha cambiado, y mucho. Y digo que no lo parece porque hay ejemplos claros dentro de nuestra actividad que hacen dar la sensación de que estamos encallados. Por eso decía yo, y ponía de ejemplo en un anterior post que me hacía cruces que hoy en día todavía el Cartel, Lona, o Valla, fueran de los principales elementos que generan demandantes de inmuebles.

 

Pues bien, no es así en relación con los anuncios publicitarios; anuncios que forman parte del presupuesto anual de nuestra cuenta de explotación, y que año tras año, también se hace indispensable su participación.

 

Si nos vamos a la década de los años 80, todos nos acordaremos que era obligado salir en los principales periódicos, en Catalunya eran normalmente La Vanguardia o El Periódico, y que a través de una agencia externa o del propio diario se planificaban los anuncios. Estaba claro entonces que los días buenos de la semana eran los martes, jueves, y evidentemente el domingo.

 

Los anuncios eran nombrados como clasificados y divididos en secciones:  la 4, la 23 de naves industriales; la 7 y la 8 de solares y terrenos. Y todos ellos revueltos entre anuncios y secciones de relax, amistades, bolsa de trabajo, demandas domésticas, y otros muchos más, sumaban los domingos unas 35 o 40 páginas engorrosas, de letra muy pequeña, y que hasta los jóvenes de entonces teníamos que utilizar la lupa para visualizarlos. Ese era uno de los principales canales.

 

Los comerciales de las inmobiliarias tenían encima de la mesa las páginas de todas esas columnas, y si nos llamaba el posible interesado, era principalmente por habernos visto anunciados.

 

Lo más usual por aquel entonces era repasar que los anuncios hubieran salido, y cada semana actualizar las altas y las bajas de producto para de nuevo comunicarlo al periódico para su nueva salida la siguiente semana.

 

Poco a poco, y ya en la década de los 90 se fueron sustituyendo los anuncios insertados en prensa en las columnitas de clasificados, por otros más grandes, en las páginas de economía, u otras importantes de periódicos como Expansión, o La Gaceta de los Negocios. Los inmuebles se anunciaban encuadrados. Los anuncios cada vez se hacían más grandes; algunas inmobiliarias se anunciaban en los periódicos en páginas enteras, sobre todo en lo que concierne a la Vivienda. Los Grupasa, Don Piso, Living, etc., “luchaban” para darse a ver más. Los anuncios de naves o terrenos industriales costaban mucho dinero, por lo que las agencias inmobiliarias estaban obligadas a controlar esta partida en sus presupuestos.

Igualmente actuaban los demandantes y los ofertantes de inmuebles. El famoso busco nave, o nave venta o alquiler, era lo normal en aquella época.

 

Así se funcionó hasta que apareció Internet. Todos nos metimos de lleno en los años 2000 y siguientes en las plataformas especializadas en el sector inmobiliario. Las Inmogeo (al principio), Servihabitat, Fotocasa, Idealista, Ya encontré, Habitaclia, etc… pasaron a tener el gran protagonismo. Hoy, acompañadas todas ellas por las redes sociales, son los principales canales de comunicación con los que las empresas de nuestro sector.

 

Lo cierto es que antes se funcionaba, y ahora también. Antes con el papel, y el bolígrafo, y ahora con el PC, y los teléfonos móviles. Y la gente se ha ido acostumbrando en el transcurso de los años. Y nos iremos acostumbrando a otros cambios.

 

Evolucionamos, pero si me pongo a pensar en ello, no hay mejor publicidad que la de uno mismo. Lo más fácil es publicitar, y esperar; lo más difícil es el famoso “boca-oreja”, y sólo pocos viven de él.

Carles Torres

Carles Torres

Carles Torres es Agente Inmobiliario desde 1982, además de Administrador de Fincas Colegiado. Antes había trabajado en diferentes empresas. Siempre especializado en área industrial en el ámbito catalán, ha desarrollado su carrera profesional en compañías como Cutillas, Auguste Thouard (hoy BNP Paribas) o Forcadell. Hace más de veinte años se embarcó en un nuevo proyecto, NCI Asesores Inmobiliarios, del que es propietario.