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El ‘real estate’ portugués confía que las elecciones no afecten sus números récord

El país acude a las urnas este domingo y las encuestas dibujan un escenario muy abierto. El sector residencial, con precios y demanda disparados, confía que el nuevo gobierno apruebe medidas para estimular la oferta de vivienda nueva.

Marta Tamayo/Abel Pujol

28 ene 2022 - 04:56

El ‘real estate’ portugués confía que las elecciones no afecten sus números de récord

 

 

En 1953, Amália Rodrigues cantaba por primera vez É uma casa portuguesa y la dictadura de Oliveira Salazar imponía la autarquia en Portugal. En noviembre de ese año, se celebraron unas elecciones parlamentarias en las que, cómo no podía ser de otra forma, triunfó el partido gobernante União Nacional, al ganar los 120 escaños de la cámara.

 

Casi setenta años después, el país vecino vuelve a acudir a las urnas, pero todos los escenarios postelectorales descartan de plano la mayoría absoluta de un solo partido. De hecho, se prevé que a la hora de formar gobierno sean decisivos los partidos más polarizados a derecha e izquierda del arco ideológico.

 

En el sector inmobiliario, la demanda de vivienda en propiedad sigue disparada, el precio repunta y el registro de compraventas alcanza máximos históricos. El sector pide más agilidad administativa para captar inversión, estimular la oferta y poder alejar, con certeza, los fantasmas de burbuja que se ciernen sobre a grande casa portuguesa.

 

Elecciones anticipadas, pronóstico incierto

 

El país vecino acudirá a las urnas este domingo de forma anticipada para dar forma a su cámara legislativa sumergido en la crisis del Covid-19. El país, que se vio abocado a las urnas después de que el primer ministro, Antonio Costa, no consiguiera los apoyos necesarios para la aprobación de los presupuestos, roza el millón de confinados en la semana de las elecciones y se teme por una alta abstención.

 

Para estos comicios, las encuestas vaticinan un resultado muy ajustado y una subida de la ultraderecha. En concreto, las últimas proyecciones apuntan a un empate técnico entre el Partido Socialista (PS), de Antonio Costa, y el Partido Social Demócrata (PSD), que podría gobernar en coalición con el CDS-Partido Popular, mientras que el partido ultraderechista Chega se colocaría como tercera fuerza en el parlamento con un 8% de los votos.

 

Por ahora, la coalición que gobierna en el país es la formada por el PS, el Partido Comunista y el Bloco de Esquerdas. La llamada Geringonça podría volver a repetirse a pesar de que su fragmentación llevó al adelantamiento de las elecciones, ya que Costa parece lejos de la mayoría absoluta que perseguía al inicio de la carrera electoral.

 

 

 

 

Durante esta campaña, el socialista Costa ha prometido medidas como la regionalización del país, una reforma que culminaría con un referéndum sobre la división territorial en 2024. Portugal, el estado más centralizado de la Unión Europea, inició una reforma territorial en 1976 que quedó inconclusa.

 

El país afrontó un problema de despoblación en una gran parte del interior rural, el llamado Portugal vaciado, que el Gobierno ha intentado paliar con incentivos económicos para aquellos que se mudan a las zonas menos pobladas. Otro de los puntos calientes de la campaña son el salario mínimo, que en Portugal se sitúa en 700 euros, o la semana laboral de cuatro días.

 

El Gobierno resultante de las próximas elecciones tendrá el reto de aprobar unos presupuestos en lo que las encuestas dibujan como un parlamento fragmentado. La hoja de ruta económica del ejecutivo será clave para la gestión de los fondos europeos, ya que Portugal tiene previsto solicitar el segundo pago, sujeto al cumplimiento de objetivos, a principios de este año.

 

El nuevo primer ministro tendrá que trazar una estrategia para remontar el turismo, uno de los sectores más perjudicados por la pandemia, que en 2019 representaba el 15,3% del Producto Interior Bruto (PIB). En 2020, la economía lusa se contrajo un 7,6%.

 

 

El ‘real estate’, a por el ansiado equilibrio

 

En este clima de incertidumbre y contracción de la economía, el sector residencial luso parece asintomático y, trimestre a trimestre, registra niveles récord. De julio a septiembre de 2021, los precios de la vivienda en Portugal se aceleraron un 9,9% interanual, el número de transacciones creció un 25,1% respecto el año anterior y el valor medio de las transacciones repuntó un 11%, según los datos recogidos en el informe Portugal: 2021, el año de la recuperación y 2022, el de la consolidación, publicado recientemente por CaixaBank Research.


El análisis recoge que tanto en el registro de viviendas vendidas como en el valor medio de las transacciones se registran los valores más altos de la serie histórica. Además, los datos recientes siguen mostrando la fortaleza del sector en el cuarto trimestre; el medio portugués especializado Confidencial Imobiliário apuntaba a una subida de precios del 11,7% interanual en noviembre, superando el 10,6% con el que cerró octubre.

 

Este repunte en la demanda, con una tendencia al alza desde 2015, se explica por la lentitud en la incorporación de nueva oferta de obra nueva y el poco peso del segmento del alquiler en el residencial portugués, que provoca que “aunque los precios sigan aumentando, la mayoría de nuevas promociones se venden antes de terminar su construcción”, resume Antonio Braz, director general de Gesvalt en Portugal.

 

El directivo apunta a una “dilatación crónica de los procesos administrativos” y la subida de precio de los materiales y la mano de obra en el sector de la construcción, como principales motivos por los que la oferta no consigue alcanzar la demanda y prevé que esta situación “se alargará como mínimo dos años más”.

 


 

Ante el inminente desenlace electoral, el real estate luso reclama medidas que impulsen la oferta de vivienda nueva, como la agilización de procesos burocráticos, donde tiene más peso la administración local, y la disminución del IVA aplicado a la construcción de vivienda, que ahora se sitúa en la tasa general del 23%, y que reclaman igualar al tipo reducido del 6% que ya se aplica en los inmuebles construidos en las Áreas de Rehabilitación Urbana (ARU).

 

En el mercado del alquiler portugués, el built-to-rent no ha penetrado con la misma fuerza que en el español. El director general de Gesvalt en el país luso apunta en dos direcciones para justificarlo: la fuerte demanda hacia vivienda en propiedad, que genera mucha más rentabilidad para los promotores, y ciertas rémoras en forma de contratos de renta fija que aún arrastra el segmento del alquiler, y que el directivo calcula que aún representan del 5% al 10% del total de contratos.

 

“Por lo que respecta a la vivienda, los partidos no han puesto nada encima de la mesa durante la campaña”, destaca Braz. “Confiamos que después de las elecciones no entremos en una fase de inestabilidad y que el nuevo ejecutivo escuche las propuestas del sector, encaminadas a equilibrar la oferta al fuerte repunte de la demanda”, concluye el directivo.