Opinión

Amistades generosas

Carles Torres

6 jun 2019

Amistades generosas

Van pasando los años y me voy dando cuenta de un asunto al que le doy mucha importancia porque desde fuera no puede parecer real y más bien parece una utopía.

 

Al principio y durante algunos años pensaba que la principal y única función en mi sector era la de facturar, y conseguir con ello mis objetivos personales; objetivos marcados por mis superiores, y que si se cumplían todo iba bien, pero si alguna vez no se llegaba, con una seriedad nada recomendable, daba la sensación que tu vida corría peligro.

 

Es por esta razón que cuando me nombraron responsable de equipos comerciales, nunca apliqué la misma táctica. SI, era exigente, pero para mí la facturación dependía además del mercado, de la coyuntura, de…bla, bla , bla…., en buena medida dependía de la motivación personal, y del buen rollo que se respirara en ese equipo de ventas.

 

Así que me dediqué a organizar salidas algunos fines de semana, excursiones de un solo día (de ir y volver), alquilando un minibús, y yendo todos juntos a conocernos un poco más fuera de la selva donde vivíamos diariamente con nuestros trajes, corbatas, y todos los demás formalismos. Gracias a este buen rollo nuestra rentabilidad fue una realidad allí donde estábamos. Y gracias a ello, también nosotros fuimos conociéndonos más, y lo que fue una simple relación profesional, se convirtió en una amistad verdadera.

 

Los años han ido pasando, y todos nos hemos ido situando en una empresa o en otra, del mismo sector o de otro diferente; pero nuestra relación sigue intacta.

 

Dolors la “retailer”, y amante de la música como yo, habla conmigo por teléfono, o chatea y comunica por el Facebook, además de algunos encuentros también. “Las Reliquias”, bautizado así un grupo de whatsapp integrado por 10 excompañeros, nos encontramos sí o sí dos veces al año, y todos hacemos una comida en un restaurante muy particular. Allí están, Maika, la rubia de Cubelles, Albert (culé como yo), Curro (con el mismo pelo que siempre), Georg (alemán melómano y somelier interesante), Pepelu el Rey de las Oficinas del mercado de Barcelona (todavía a mi lado), Merceditas (que hace unos postres exquisitos), Rafita (al cual he visto crecer y pasar de adolescente a padre de familia), y dos francesitas, a cuál de ellas más simpática, EmIlie o Charlotte. También Nacho, Ignasi para mí, haciendo el Retail también por toda España. No quiero dejar pasar a nadie, y se que de alguien me olvidaré, pero todos están en mi mente. Del que no puedo olvidarme es del que fue compañero y socio mío desde 1994 hasta 2012, José María, los últimos años viviendo en la República Dominicana.

 

Hasta ahora me he referido a compañeros que trabajaban a mi lado, pero también tengo amistades que no lo han sido; y juego habitualmente con ellos a Padel, la pareja indestructible, Eusebi y Hugo. He ido a pescar en numerosas ocasiones, algunos días, y también algunas noches, con mi amigo Victor, al Delta del Ebro, o a los Lagos de Andorra, el cual también me considera un Partner suyo, y hoy especializado en las naves Logísticas.

 

En resumidas cuentas, u sinfín de amigos con los que sigo colaborando profesionalmente, y de paso compartiendo vivencias que ahí quedan, y que nadie me las podrá quitar.

 

La competencia es sana para trabajar y ganarse la vida, pero no hay mejor salud para las personas que las amistades.

 

Con esta receta es imposible quedarse sólo ante el peligro, en un mercado lleno de virus y bacterias que desafortunadamente siempre existen.

 

Con esta medicina, siempre en forma y preparado.

 

Carles Torres

Carles Torres

Carles Torres es Agente Inmobiliario desde 1982, además de Administrador de Fincas Colegiado. Antes había trabajado en diferentes empresas. Siempre especializado en área industrial en el ámbito catalán, ha desarrollado su carrera profesional en compañías como Cutillas, Auguste Thouard (hoy BNP Paribas) o Forcadell. Hace más de veinte años se embarcó en un nuevo proyecto, NCI Asesores Inmobiliarios, del que es propietario.