Opinión

El polígono de DonPolígono

Carles Torres

4 jun 2018

 

Innumerables son las visitas que he realizado a los polígonos industriales de Catalunya, a muchos de los existentes en la comunidad de Madrid, y a los más importantes de Sevilla y sus alrededores. No puedo contarlas, pero calculo que unas 12.000 visitas aproximadamente en los últimos 36 años de mi vida profesional; la verdad es que a pesar de haber cambiado sus accesos, las comunicaciones e infraestructuras, y de haber sufrido ampliaciones, obras, y transformaciones, el polígono tiene lo que tiene, y debería tener más; por ello, poco a poco se van quedando obsoletos los constituidos y creados hace décadas, y los de reciente creación están en su mayor parte abandonados debido a las circunstancias y coyunturas que hemos sufrido.

 

Todo indica que su evolución será lenta. La falta de ideas, además de emplear pocos recursos, deja en mal lugar esas zonas industriales que tanto nos dieron, y tanto podrían seguir dando.

 

El polígono es un área urbanística donde se concentran las empresas del sector secundario y terciario, empresas que comparten servicios, infraestructuras, y empresas que generan espacios adaptados a las circunstancias económicas o productivas.

 

Fue entre los años 60 y 70 cuando los polígonos industriales se expansionaron sin demasiada ordenación territorial; ya a partir de los 80, en mis inicios en el sector inmobiliario industrial, es cuando se empieza a notar un cierto interés por dicha ordenación por parte de la administración.

 

Actualmente el concepto de polígono como tal ha quedado desfasado ya que hoy un polígono industrial es una zona o área donde se realizan o desarrollan actividades económicas de diversos tipos. Son más los usos permitidos en esas zonas.

 

Qué lejos queda aquel polígono con un gran número de talleres esencialmente, uno al lado del otro, con calles estrechas, no muy bien comunicados entonces, donde para encontrar aparcamiento precisaba de esperar el hueco para ello, y la doble fila era compartida tanto por los visitantes como nosotros como por los camiones, furgonetas, o vehículos de las propias empresas que allí habitaban. Aquel polígono industrial que tenía un bar-restaurante cutre con un menú de unas 250 pesetas, café, copa de anís, faria o rossli incluidos; bares en el que los desayunos de primerísima hora de la mañana parecían comidas, en los que no cabía ni una persona más, muchas de ellas con su mono azul, y trabajadores con los ojos rojos de soldar y/o manipular productos nocivos y con sus manos llenas de duricias, pequeñas heridas, costras, y callos de tanto trabajar con ellas.

 

Hoy, sin embargo, todo ha cambiado. Esos bares ya son restaurantes con decoraciones vistosas, mesas con manteles, e incluso con zona exclusiva para directivos de empresas con un nivel más elevado. Los currantes de los polígonos no están tan gastados, y pocos monos azules se ven.

 

Físicamente los polígonos industriales son más regulares, con calles y avenidas más anchas, y en ellos se distinguen actividades determinadas como la logística (almacenaje y distribución), la transformación o fabricación propiamente dicha, Polígonos de Servicios con empresas del sector terciario, Parques Tecnológicos, con importantes empresas del I+D, y otros polígono donde hay una mezcla de actividades como son las comerciales, gastronómicas, lúdicas, etc.; lúdicas que en los últimos 15 años han puesto sus instalaciones en zona industrial, concretamente en la llamada Trama Urbana Consolidada (TUC); actividades tales como los padel indoor, crossfit, gimnasios lowcost, salas de fiesta, discotecas,…

 

También llevamos unos años asesorando a centros religiosos, asociaciones o fundaciones que también han decidido ubicarse en mi polígono.

 

Tenemos que encontrar entre todos la manera de reconvertir los polígonos; no puede ser que en el siglo XXI tengamos poblados los mismos de naves anticuadas, obsoletas, inservibles y más todavía, feas. Muchas de ellas pasarían por derribarse, y de nuevo edificar ese solar con una nave actualizada; sin embargo, no siempre se puede, ya sea por las circunstancias del mercado, o por la coyuntura económica. Hay muchas naves industriales que podrían aprovecharse y adaptarse a usos quizás de algunas empresas que podrían salir del casco urbano. Igualmente se podrían desarrollar más parques industriales o empresariales de los que actualmente existen, sobre todo en Catalunya. Tenemos que dar más vida a los polígonos, más luz, más seguridad, más corporativismo.

 

A veces me da la sensación que cuando nombramos la palabra polígono industrial, nos imaginamos un lugar apartado, aislado, nada atractivo, y triste.

 

Me gustaría hablar de mi polígono industrial como si hablara de una zona prime industrial, tal y como lo hacemos de Oficinas y despachos, o de los Locales-Retail de primera linea.

 

Todos tenemos que apostar y poner esfuerzos para conseguirlo, y personalmente yo lo hago desde el primer día que los conocí.

 

Carles Torres

Carles Torres

Carles Torres es Agente Inmobiliario desde 1982, además de Administrador de Fincas Colegiado. Antes había trabajado en diferentes empresas. Siempre especializado en área industrial en el ámbito catalán, ha desarrollado su carrera profesional en compañías como Cutillas, Auguste Thouard (hoy BNP Paribas) o Forcadell. Hace más de veinte años se embarcó en un nuevo proyecto, NCI Asesores Inmobiliarios, del que es propietario.