9 dic 2025
No podemos seguir tratando el envejecimiento de la población como una tendencia lejana. Es un cambio estructural que está redefiniendo cómo vivimos, cómo invertimos y cómo planificamos nuestras ciudades. España es hoy uno de los países más longevos de Europa, y esto tiene implicaciones profundas para el mercado inmobiliario. La pregunta que debemos hacernos como sector no es si esto nos afecta, sino cómo nos estamos preparando para ello.
Según datos de Fiftiers (2025), cerca del 40% de los españoles tiene más de 50 años, y en 2030 este grupo superará el 45%, con los mayores de 65 años representando ya una cuarta parte de la población. Estos números no son solo estadísticas: son la señal de que nuestras ciudades y nuestros hogares deberán adaptarse para acoger una nueva forma de habitar.
No se trata únicamente de viviendas más pequeñas o funcionales: hablamos de repensar la experiencia de vivir en la tercera edad. Las personas mayores buscan accesibilidad, confort, proximidad a servicios y espacios para la convivencia. Modelos como el cohousing o el senior living muestran que se puede combinar autonomía y comunidad, y que el mercado puede, y debe, ofrecer soluciones que mejoren la calidad de vida. Esta no es una cuestión de moda ni de nicho de mercado. Es una transformación cultural que redefine qué significa vivir en España después de los 50.
No se trata solo de viviendas más pequeñas o funcionales, sino que debemos repensar la experiencia de vivir en la tercera edad
La combinación de baja natalidad y mayor esperanza de vida ha multiplicado los hogares unipersonales y de parejas sin hijos. No solo cambia el tamaño de la vivienda: cambia su propósito y su relación con el entorno urbano. Necesitamos espacios eficientes, accesibles y económicamente sostenibles. Pero también debemos pensar en cómo la vivienda puede facilitar la autonomía, el bienestar y la integración social.
La localización sigue siendo clave. Las grandes ciudades siguen atrayendo a quienes buscan servicios y conectividad, pero cada vez hay más interés en entornos saludables: zonas costeras, municipios con buena infraestructura sanitaria y entornos verdes. Esta combinación entre conectividad, calidad ambiental y servicios marcará el éxito de los proyectos inmobiliarios en la próxima década.
Como sector, debemos anticiparnos. La rehabilitación del parque existente y la creación de viviendas accesibles ya no son una opción: son una obligación. Debemos incorporar criterios de diseño universal, tecnología doméstica y servicios integrados. La presión de la escasez de vivienda adaptada, junto con el poder adquisitivo creciente de ciertos grupos mayores, está impulsando al alza los precios en los mercados más demandados. Esto exige creatividad y responsabilidad a partes iguales.
La combinación de baja natalidad y mayor esperanza de vida ha multiplicado los hogares unipersonales y de parejas sin hijos
El envejecimiento demográfico no es solo un reto social: es una oportunidad para repensar nuestro negocio. Invertir en modelos residenciales innovadores, en comunidades inclusivas y en servicios integrados no solo genera valor económico, sino que contribuye a un sector más sostenible y socialmente relevante.
El verdadero desafío será articular una oferta suficiente, diversa y accesible, capaz de preservar la independencia y la calidad de vida de las personas mayores. Esto solo será posible mediante la colaboración entre administraciones, promotores, fondos, arquitectos y operadores de servicios.
El futuro del mercado inmobiliario español se jugará en su capacidad para construir con las personas mayores, no solo para ellas. Incorporar sus necesidades en el diseño urbano y residencial no es una cuestión de sensibilidad social, sino de estrategia de negocio.
David Pérez Royo
Arquitecto por la Universitat Politécnica de Valencia, es responsable de expansión de negocio en Grupo Horizon Terra, donde ha trabajado desde su incorporación en 2011 como director de proyectos de arquitectura. Inició su trayectoria profesional en 2007 en Saez + Vigueras Arquitectos. Posteriormente, trabajó durante casi cinco años en el Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana como asesor técnico y urbanístico. Desde 2021, también es director de proyectos en PRB Value, además de profesor asociado en la Universitat Politécnica de Valencia.
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