15 dic 2025
Estos días he tenido la oportunidad de revisar el pliego para la gestión de las 40.000 viviendas de Sepes (ahora Casa 47) y la conclusión no deja lugar a dudas: el Gobierno no ha expulsado a los fondos, sino que los fondos se han autoexcluido. Y no por ideología, sino por pura lógica empresarial. Lo que muchos interpretan como un veto es en realidad la consecuencia inevitable de un diseño de concurso que no encaja con los modelos de inversión convencionales.
A primera vista, la ausencia de los grandes inversores podría parecer una decisión política. La realidad es otra: el propio pliego deja fuera a los fondos institucionales y servicers industriales por incompatibilidad estratégica. No hace falta impedirles participar; las condiciones mismas hacen que cualquier operador con disciplina de inversión lo descarte desde la primera lectura.
Los requisitos del concurso son claros: experiencia demostrable en vivienda social, acompañamiento a colectivos vulnerables, márgenes ajustados y un sistema de penalizaciones que castiga cualquier desviación en la gestión. Este es un marco pensado para operadores sociales, ONG o entidades con capacidad de ejecución sobre el terreno, no para fondos cuyo modelo de negocio se basa en retorno financiero y eficiencia operativa estricta.
El Gobierno no ha expulsado a los fondos, sino que ellos se han autoexcluido; y no por ideología, sino por pura lógica empresarial
Por tanto, los fondos deciden no participar, no por ideología, sino porque los márgenes limitados, la alta responsabilidad operativa y los riesgos concentrados hacen que el proyecto sea incompatible con su estrategia.
El verdadero reto empieza ahora. El foco ya no está en la ausencia de los fondos, sino en garantizar que los operadores que sí encajan dispongan de los recursos, la capacidad técnica y la escala suficiente para gestionar 40.000 viviendas de manera sostenida y con calidad. La arquitectura del concurso, pensada para priorizar el interés social, reduce drásticamente el número de actores capaces de ejecutar el proyecto sin que se resquebraje.
Esto tiene varias implicaciones estratégicas: Primero, capacidad operativa: gestionar 40.000 viviendas exige sistemas robustos de mantenimiento, atención a los residentes y reporting eficiente, mucho más allá del cumplimiento formal de requisitos. Segundo, escalabilidad: los operadores sociales deben poder sostener la gestión en tiempo y forma, evitando que el modelo colapse al incrementar el número de viviendas bajo su control. Y tercero, continuidad y calidad: la planificación a largo plazo y la disponibilidad de recursos son esenciales para no comprometer el servicio a los colectivos vulnerables, que son el centro del concurso.
En definitiva, el concurso de Sepes no es un instrumento de inversión convencional, sino un mecanismo de intervención social a gran escala. Su éxito dependerá de la capacidad real de los actores elegidos, no de la presión política ni de la presencia de fondos de inversión.
Juan Ruiz
Juan Ruiz es uno de los principales referentes del proptech en España desde 2016, y uno de sus pioneros. Ha liderado el desarrollo de negocio en el sector inmobiliario en Citibox, una de las empresas más destacadas del ecosistema proptech nacional, y actualmente ocupa el cargo de head of sales en wecity. Autor del libro Proptech con Ñ, obra de referencia en español sobre tecnología aplicada al real estate, Juan es también una voz influyente en LinkedIn, donde es una de las voces del sector inmobiliario con más visibilidad y de las opiniones de mayor relevancia, desde esta plataforma comparte análisis críticos y propuestas sobre los grandes retos del sector con un enfoque que combina visión estratégica, conocimiento técnico y una comunicación directa y clara, lo que lo convierte en un actor clave en la transformación digital del real estate en el mundo hispanohablante.
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