4 jul 2018
Cuando era pequeña me encantaba escribir. Llenaba las hojas de un cuaderno pautado, de manera metódica y apasionada. Todo lo que sucedía a mi alrededor me afectaba de una manera muy intensa, y escribir fue la manera que encontré para ordenar mis emociones y comprenderlas un poco mejor.
Durante la adolescencia me pasaron tantas cosas que dejé de escribir. El aluvión de experiencias que se sucedían una tras otra me tenía tan ocupada que sólo acertaba a vivir y sobrevivir, sin aspirar a comprender. Sentía una gran desorientación, que en realidad era del todo falsa, pues mi voluntad de salir adelante con un rumbo fijo y seguro acababa definiendo todas mis decisiones.
Mi época de estudiante fue convulsa, salvaje, y extrañamente bella. Hice acopio de un material amargo pero precioso que guardo en mi memoria como un tesoro.
Esos años tienen el rostro de una princesa oriental de pelo rubio.
Cuando entré en el mercado laboral, a diferencia de lo que les sucedió a la mayoría de mis amigos, que se volvieron de color gris, yo me llené de luz y de una energía inusitada. La selva empresarial me pareció un jardín amable en el que me desenvolvía con gran naturalidad. Me sentía segura y con la situación bajo control.
Tras los años de vino y rosas, llegó la gran crisis, y me dejó devastada, pues implicó un sobreesfuerzo continuado durante siete largos años.
Esos años tienen rostro de amazona endurecida e hiperresponsable. Y rubia, por supuesto.
Cuando salimos de la crisis, pude liberar una gran cantidad de energía que había destinado a sobrevivir y sentí cómo mis fuerzas se redoblaban. Tras siete años saliendo a cazar a diario en un ambiente muy hostil, retomé el control del día a día y empecé a explorar otros ámbitos en los que poder aportar. Me reconecté conmigo misma, volví a escribir, y a hacer muchas otras cosas divertidas. La amazona se ha convertido en la Artemisa que os escribe.
Las etapas de tu vida profesional se entremezclarán siempre con tu vida personal: con las personas que se cruzan en tu vida, con las lecturas que abordas, con la música que escuchas, con las conversaciones que tienes. Si además tienes hijos, muere la persona que eras, y naces de nuevo, con aptitudes diferentes y con miedos que desconocías. Es muy desconcertante, pero tremendamente bello.
Vivimos de una manera en la que todo pasa muy rápido. Es complicado detenerse y observar lo que estás construyendo a tu alrededor, pero es imprescindible si quieres tener una vida plena. Sé consciente de quién eres y de que cada día te reconfiguras. No trabajes en lo que no te gusta, no dediques tiempo a personas que no te aportan, no gastes energía haciendo cosas que no te interesan.
Y busca a la persona que te anime a ser todavía más tú.
Anna Gener
Anna Gener actualmente ejerce la función de CEO de Savills Barcelona.
Comprometida con la vida social, cultural y económica de Barcelona, compagina su cargo con las siguientes responsabilidades:
Miembro del Comité Editorial de El Periódico, de la Junta Directiva de MC Mutual, de la de PIMEC, de la de ACG Barcelona, del Board en España de la Royal Institution of Chartered Surveyors (RICS) y del Consejo de Mecenazgo de la Fundación Catalunya Cultura.
Es Vocal Consultora de la Cambra de Comerç de Barcelona, miembro del Consejo Asesor de la International UPF Barcelona School of Management y Patrona del Consejo de Mecenazgo de la Fundación Museu Picasso de Barcelona y de la Fundación Cares.
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