Tranquilísima
Feliz de volver a mi refugio de Artemisa tras un año sin escribiros, queridos colegas de sector. De verdad lamento mi ausencia y todas las historias que no os he podido contar durante este tiempo.
No quería hablaros de mi ciudad, porque Barcelona es mi madre. Y a mi madre sólo me la pongo en los labios para contar lo maravillosa que es. Ya llegará el momento en el que vuelva a hablaros de ella, para contaros cuánto la amo y lo loca que me vuelve cuando se sale del guión, que es siempre y en cualquier circunstancia. Tampoco me sentía motivada para hablaros de mi profesión, convencida de que lo mejor que puedo hacer para dignificarla es ejercerla de la mejor manera posible. Y de esta manera, observando mi ciudad y trabajando sin parar, he pasado un período extraordinariamente intenso y agotador. Qué queréis que os diga, el amor es así.
He vuelto para deciros algo importante: no temáis a los tambores de crisis, que nos han castigado durante todo el verano. Este otoño será duro, no hay duda; se torcerán proyectos, se frustarán operaciones, guerrearemos haata quedarnos agotados… Lo pasaremos mal. Pero no debemos sentir miedo, pues todo resultará pequeño y hasta aburrido comparado con lo que hemos vivido.
He salido de mi claustro para recordaros lo que somos: los supervivientes de la Gran Crisis de 2008. Somos los que profesionalizamos una industria entera; los que pusimos a nuestro país a la altura de los principales mercados europeos en atracción de empresas e inversiones. Tenemos la piel plagada de cicatrices, memoria de las heridas que nos mataron y de las que resucitamos. Dejadme que os diga que de esas cicatrices sale nuestra luz.
Cierro los ojos y veo a través de las paredes, os escucho hablar y sé todo lo que os calláis. Mato leones con mis propios dientes mientras velo el sueño a mi hijo. Sé lo que pasará y lo que no, porque ya lo he vivido mil veces antes.
Y a todo esto, pasan los años y sigo sin tiempo para ir al gimnasio, pero mis brazos cada vez están más fuertes y mi espalda más flexible. No tengo pruebas, tampoco dudas, de que es por todo lo vivido.
Otoño, aquí te espero.
Tranquilísima.