¿Es el agua el nuevo oro?
16 mar 2023

Es común utilizar la denominación de “nuevo oro” para aquellos bienes escasos, pero extremadamente necesarios. Con la revolución de la movilidad eléctrica, oímos mencionar muchas veces que el litio era el nuevo oro por su alta demanda y su baja disponibilidad.
También ha pasado con los datos que generamos cuando navegamos por internet; y, ahora, con el agua. Son varios los periódicos que han puesto sobre la mesa la escasez del agua y no esporádicamente, sino ya casi a diario. Incluso algunos han llegado a preguntar en el mismo titular: ¿Es el agua el nuevo oro?
Y la pregunta no es para menos. Durante la primera quincena de agosto, se publicó que Noruega dejaba de exportar energía renovable porque sus centrales hidroeléctricas empezaban a notar la escasez que azota el país. En Alemania, el Rio Rin (vital para el transporte de carbón) dejaba de ser navegable por tener poca agua.
Desde Italia se comunicaba que el Po estaba dos metros por debajo de su nivel habitual. En Francia se anunciaba que se convocaba el gabinete de crisis por sequía histórica coincidiendo con la oleada de incendios. Finalmente, en España, donde la situación también empeora, leemos constantemente noticias que alertan de embalses vacíos y ayuntamientos que ya aplican sus primeras restricciones. La escasez de agua es un problema evidente: algunos expertos hablan ya de la peor sequía nunca registrada.
A inicios de marzo, los embalses de Cataluña estaban al 28% de su capacidad, y como consecuencia se decretó el periodo de excepcionalidad por sequía. Entre otras medidas, se ha reducido al mínimo el riego de jardines, hay más restricciones para la agricultura, y se ha limitado el llenado de piscinas y el consumo urbano a 230 litros por persona y día.
Si la situación no mejora en breve, se decretará la fase de sequía y las restricciones se endurecerán aún más. Para afrontar esta situación, durante los últimos años se ha aumentado la capacidad de desalación de agua de mar. Sin embargo, este recurso solo pude satisfacer el 13% del consumo de agua en Cataluña. Además, debido a su alto consumo energético, su coste es alto, al igual que su huella.
En un edificio de oficinas el consumo de agua podría reducirse un 40% y en un hotel la reducción podría alcanzar el 60%
Con este contexto, la solución aúna los siguientes factores: mejorar en eficiencia y concienciación. Ambas van ligadas, ya que son tan importantes las medidas de eficiencia como una buena concienciación ciudadana. Según los resultados de varias auditorias del equipo de sostenibilidad de Cushman&Wakefield, en un edificio de oficinas convencional se identificó que el consumo podría reducirse un 40% y en un hotel hasta un 60%.
Las opciones para reducir agua son varias y diversas. Sin embargo, el retorno de la inversión de las medidas es aún un poco alto en algunos casos. El retorno de la reutilización de agua en oficinas se sitúa alrededor de los 12 años, mientras que en hoteles es de alrededor de los 7. Sin embargo, la rentabilidad de estas medidas aumentará considerablemente en los próximos años.
Esta mayor rentabilidad será consecuencia del aumento del precio del agua. Se estima que si el precio del agua incluyera los costes sociales (ayudas a la agricultura) y los ambientales (descontaminación de pozos y emisiones) el precio del agua podría aumentar alrededor de un 38%. Esto supondría que el retorno de la inversión en oficinas bajaría a los 9 años y en hoteles hasta los 5.
Algunos fondos están incluyendo ya los riesgos climáticos en sus análisis de inversiones. Por ejemplo, Black Rock, emitió en 2020 el informe Troubled Water en el que su instituto analizaba que zonas del mundo estaban en riesgo de sufrir escasez de agua. Afirman que, en 2030, en España – uno de los países mas afectados del mundo – más del 80% del territorio estaría en situación de escasez. Por lo tanto, para las inversiones en real estate es importante que los activos sean eficientes en consumo de agua y que estén actualizados en criterios de ESG.
Miquel Esterlich
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