9 oct 2017
Normalmente se acostumbra a trabajar por dinero, dinero que hace falta para cubrir nuestras necesidades y poder afrontar nuestras obligaciones adquiridas a lo largo de la vida y a las cuales muchas de ellas no podemos renunciar.
Por ello, principalmente, cuando buscamos un trabajo, lo primero que se intenta saber es lo que nos van a pagar, o lo que vamos a ganar en fijo y/o en variable. Otros, pocos por desgracia, buscan algo más; algo que amar, algo que diviertan esas muchas horas que dedicamos a nuestra profesión.
No podemos llamar a los que trabajan con nosotros “trabajadores”; no sólo podemos bautizar a “clientes o proveedores”. Todos ellos están en la rueda o círculo de un futuro negocio y debemos todos estar comunicados como compañeros de viaje con un único objetivo. Todos jugamos a lo mismo. Por la parte que me toca, no trabajo sólo por un sueldo fijo; sobre todas las cosas hay que consumar una oportunidad de negocio que previamente hemos buscado, la tenemos que seguir, y finalmente realizar.
Mi lema siempre ha sido el mismo: “no hay que ser el mejor, hay que ser diferente”. La diferencia con lo normal, lo habitual, lo usual, es lo que llama la atención, es lo que a uno le distingue. Por eso, hay que tomarse el trabajo con una dosis importante de alegría.
Evidentemente una de las condiciones básicas para obtener el premio es no temer nunca al fracaso. Trabajar con libertad, sin controles externos o internos, sin horarios estrictos y/o con agendas controladas, algo que en muchas ocasiones sucede. Cuando se logra trabajar suelto, pero con responsabilidad y dedicación, y sobre todo divirtiéndose, es muy difícil fracasar.
Cuando unos pocos decidimos hace ya 15 años caminar en este sentido, prevalecía esta condición. Cierto es que renunciábamos a un status quo estandarizado, bien aprendido, y bien organizado; también bien resuelto, y de forma sistemática trabajado. Pero nos faltaba el factor diversión, que si bien en aquel nuestro grupo de trabajo intentábamos día a día trabajar con alegría e ilusión, nos faltaba un algo más que por fin hemos obtenido.
Por eso, incluso en plena crisis (la que acabamos de pasar), hemos sonreído a la misma, y nunca nos hemos dado por vencidos. No podemos negar el enorme sacrifico que se hace cuando uno, emprendedor, crea su propia empresa, pero eso siempre se debe hacer desde la “diversión”, con una ilusión que debe perdurar. Hay que amoldarse a los diferentes cambios, adaptarse constantemente a las circunstancias, a cambios de sede social, a conocer nuevas gentes o a dejar de conocerlas también, a ganar más dinero o a no ganarlo tanto en otras ocasiones, hay que saber equilibrar los sentimientos de cada uno, medir las discusiones diarias, y que esas discusiones no dejen mella.
Mi mercado, el industrial, no es tanto un mercado de “señoritos” como lo puede llegar a ser algún otro ámbito del sector inmobiliario. Nosotros acostumbramos a andar por polígonos industriales, algunos de ellos obsoletos, degradados, y en los cuales, en según que inmuebles no hace mucha gracia. Lugares solitarios a ciertas horas que dan bastante respeto. Zonas en las que a veces no sabes cómo te vas a encontrar tu vehículo cuando salgas de una reunión o una visita, razón más por la cual es necesaria esa alegría, ese divertimento imprescindible para no ver lo peor o lo malo, y aunque consciente de ello, intentar siempre ser positivo. Os aseguro que hace bastante más frio en invierno debajo de la cubierta de una nave industrial o a la intemperie en un solar, que en un edificio dentro de la ciudad protegido de esas inclemencias.
Finalizaré con una sonrisa que virtualmente traslado a todo el mundo, y de forma muy especial a la gente que me rodea.
DonPolígono.

Carles Torres
Carles Torres es Agente Inmobiliario desde 1982, además de Administrador de Fincas Colegiado. Antes había trabajado en diferentes empresas. Siempre especializado en área industrial en el ámbito catalán, ha desarrollado su carrera profesional en compañías como Cutillas, Auguste Thouard (hoy BNP Paribas) o Forcadell. Hace más de veinte años se embarcó en un nuevo proyecto, NCI Asesores Inmobiliarios, del que es propietario.
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